Jaimín, ¿qué te ha parecido el escándalo de Vargas Llosa?
–Me ha parecido muy bien, mamá. Salir en la portada de ¡Hola! es
siempre un triunfo personal, casi tan importante como ganar el Nobel.
–No sé, hijito, no sé. Te digo que acá en Lima todas mis amigas están
furiosas, furibundas con Vargas Llosa. ¿Qué se ha creído de abandonar
así a su esposa de toda la vida, si recién acababan de celebrar sus
bodas de oro en Nueva York?
–Ay, mamá, no sé qué decirte, no es para tanto. A mí me parece
estupendo que Mario celebre sus bodas de oro acostándose con la
filipina. ¡No tendría ninguna gracia celebrarlas acostándose con su
esposa! La gracia es celebrarlas con otra señora, ¿no crees?
–No, hijito, estás muy equivocado. ¿Y dónde queda su esposa en todo
esto? La pobre debe de sentirse ¡fatal! Enterarse de que Vargas Llosa le
está sacando la vuelta ¡en la revista ¡Hola!!
–Pero por algo se llama ¡Hola!, mamá. Quiere decir ¡Hola!,
¡Entérate!, ¡Espabila!, ¡Abre los Ojos! Yo siempre he querido salir en
la carátula de ¡Hola! y es una frustración muy grande no haberlo
conseguido. Pero ¿te acuerdas de que hace años me hicieron un reportaje y
salí en las páginas interiores posando en tu departamento del Ocean
Club?
–No inventes, Jaimín, no inventes, tú nunca has salido en ¡Hola! ¿Y ya has hablado de esto con Alvarito, tu amigo?
–No, mamá, ya no es mi amigo, me traicionó, me dejó por otro hombre.
Pero he hablado con Enrique Iglesias. Lo he llamado, está encantado,
dice que le parece fantástico que su mamá salga con Mario.
–¿Así dice Enrique?
–Así mismo, mamá. Y yo lo entiendo. Creo que Mario pasará las
Navidades en casa de Enrique y la rusa Anna Kournikova acá en Miami. A
Isabel le encanta pasar las Navidades con ellos. ¿Te imaginas a Mario
jugando al tenis con la Kournikova? ¿No te parece que se va a divertir
mucho más que hablando de la crisis de Ucrania con el pesado de Álvaro?
–Mira, hijito, no te equivoques: yo estoy totalmente con Patricia, su
esposa. Ella no sabía nada. No es justo hacerle eso. Y Mario ya está
muy mayor para dárselas de latin lover, ¿no crees?
–No me parece, mamá. Mario es un hombre supremamente atractivo, no
solo por su inteligencia y cultura y sentido del humor, sino porque, a
diferencia de tu amigo Alan, no se pinta las canas, y además es dientón y
no se opera, lo que tiene mucho mérito. Y yo creo que salir con la
Preysler, que ya estuvo con otro marqués, lo va a rejuvenecer mucho,
¿sabes?
–Pero ¿y dónde queda la esposa, mi amor? ¿Dónde queda Patricia?
–Bueno, ella es muy guapa, muy elegante, una mujer espléndida, lo
justo sería que en unos meses dé la sorpresa y salga en la portada de
¡Hola! tomada de la mano con Julio Iglesias, o mejor aún con Julio
Iglesias junior, que dicen que tiene una debilidad por las señoras
mayores. ¿No sería la venganza perfecta? Muy bien, Marito, tú sales con
la ex mujer de Julio Iglesias, pues ¡yo salgo con el mismísimo Julio
Iglesias! O, por último, con Raphael o Camilo Sesto. O, si me apuras,
con Sabina: que el gran Sabina deje a su peruana Jimena por otra peruana
igual de regia, ¡cómo le quedaría el ojo a Vargas Llosa, dime tú!
–Ya no te entiendo, Jaimín.
–Y luego va Sabina y le tira un puñetazo a Vargas Llosa y le deja el
ojo morado, como Mario se lo dejó a Gabo, y le dice “Esto es por lo que
le hiciste a Patricia”.
–Yo en lo único que estoy de acuerdo con Vargas Llosa es cuando dice “yo no hablo de mi vida privada”.
–Es cierto, pero podría decir “yo no hablo de mi vida privada, porque de eso ahora se ocupa la revista ¡Hola!”.
–Dime una cosa, hijito, ¿y Mario es ateo?
–No, mamá, es agnóstico.
–Pero mis amigos de La Obra en Madrid me dicen que Isabel es creyente, y donante.
–Sí, sí, ella es creyente de toda la vida. Sobre todo cree en el
euro, más que nada en la libra esterlina, en el franco suizo, también en
el dólar y ocasionalmente en Dios. Pero sí, entiendo que por lo general
reza, sí.
–¿Se casarán Vargas Llosa y la Preysler por religioso, mi amor?
–Lo veo muy improbable, mamá. Vargas Llosa no es hombre de casarse
por religioso. Con la tía no se casó así, con la prima tampoco, y no
pudo casarse con su hermana porque es hijo único.
–Pero ¿tú dices que se casan por civil?
–Sí, sí, absolutamente sí. Y serán portada de ¡Hola! ocho semanas
seguidas. Y la nueva novela de Mario, titulada estupendamente “Cinco
Esquinas”, se venderá muchísimo, eso seguro.
–¿Y sabes por qué le ha puesto “Cinco Esquinas” a su novela?
–No lo sé, pero el chisme en el mundillo literario es que Mario tiene
los colmillos tan afilados que algunos de sus dientes tienen
literalmente cinco esquinas.
–Hijito, ¿te parece que debo mandarle unas flores o unos chocolates
La Ibérica con una notita a Patricia, para aliviarle el duelo tremendo
que debe de estar pasando?
–No, mamá, ni se te ocurra, no seas cursi. Te aseguro que Patricia
está aliviadísima. Aguantar cincuenta años a Mario debe de haber sido
tenaz, tenaz. Patricia lo ha sacrificado todo por él. Y le dio tres
hijos maravillosos.
–¿O sea que no siempre los hijos de dos primos salen tarados, Jaimín?
–Parece que no, porque los tres salieron muy listos. Y además, mamá,
dejémonos de hipocresías, ¿quién no ha tenido un romance secreto con una
prima, dime tú?
–Pues yo nunca estuve con ningún primo, mi amor.
–Porque tú eres una santa. Pero tienes casi la edad de Mario…
–¡Casi, no! ¡Tengo setenta y cinco! ¡Y él tiene casi ochenta!
–Bueno, setenta y cinco, ya, ¿y acaso no estás enamorada de tu españolito que te pasea por el mundo en su avión privado?
–Sí, Jaimín, es el gran amor de mi vida.
–Entonces ¿por qué Vargas Llosa no puede darse el lujo de vivir un
gran amor a los setenta y nueve años? No hay edad para el amor, mamá.
Mírame a mí: le llevo veinticuatro años a Silvia, veinticuatro, y somos
muy felices.
–Pero ¡ni se te ocurra dejarla cuando cumplan sus bodas de plata, que te hago salami el pipilín!
–Todo esto es buenísimo para Mario, mamá. Él tenía una relación
amor–odio con la revista ¡Hola! Odiaba la frivolidad. Escribió un ensayo
pesadísimo, La civilización del espectáculo, contra la frivolidad, el
exhibicionismo, el entretenimiento puro, ¡y ahora sale con la reina de
los corazones, del papel cuché, con la mujer más frívola del reino de
España! ¿No es genial? Porque uno diría que Mario podía enamorarse de
una intelectual gorda, casposa, ermitaña, de una bibliotecaria muda, de
una filósofa tuerta, pero no: se enamora de la mujer cuyo álbum de fotos
familiar es la revista ¡Hola! O sea que Mario es ahora el Rey de la
Civilización del Espectáculo, qué honor.
–¿Y tú conoces a la señora Preysler, mi Jaimín? ¿La has entrevistado?
–Sí, sí, la conozco, la he visto en el aeropuerto de Miami, es
guapísima, delgadísima, un encanto. Y conozco a Enrique y Julio junior,
los he entrevistado, son divinos los dos. Ya le dije a Enrique que el
próximo video de Bailando con los cubanos de Gente de Zona tiene que ser
con Mario de frac, de pajarita, bailando afiebrado con Isabel en las
calles de La Habana Vieja, ¿no sería un éxito? Esto para Vargas Llosa es
como salir del clóset intelectual, tan apolillado, lleno de momias
feas, y entrar de lleno en la pista de baile de la farándula.
–Bueno, mi amor, te dejo, me está llamando mi novio, el españolito, como le dices.
–Salúdalo, mamá. Dile que te compre la crema de Isabel, “My Cream”.
Te aseguro que funciona mejor que tu aceite de marihuana para las
manchas en la piel.
–No, no, mi aceite de marihuana no me lo quita nadie.
–¿A quién habré salido yo marihuanero, no?
–Jaimín, si hablas con Vargas Llosa, dile que se confiese, que se
arrepienta de sus pecados, que si quiere ser feliz con la filipina,
vuelva al Estado de Gracia.
–Se lo diré, mamá. Y no te preocupes que si te casas con tu galán
español, serás portada de ¡Hola! Perú y competirás con Vargas Llosa.
–No sigas, Jaimín, que me derrito de la ilusión.
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