No me busques detrás de la camisa,
el orín del azogue borda un fleco
circunflejo en mis cejas, gesto hueco
de mal actor que ensaya una sonrisa.
No encuentro a Dorian Gray, ni a Monna Lisa,
ni a Meter Pan, en la caricatura
que exhibe ante el jurado la impostura
de un look atropellado por la prisa.
Más lejos cada vez de los de afuera,
boquerón de secano en la frontera
que separa lo urgente de lo añejo,
A Sísifo ganarle la carrera
sigo intentando, mientras un cangrejo,
con una roca, en el espejo espera.