Estas viviendo una ilusión. Estás viviendo una realidad.
Estás viviendo y eso es, ahora, importante porque
a partir del momento en que sabes que ahora es ahora,
es el buen tiempo de iniciar la siembra para los tiempos que vendrán.
Sabes que vendrán días de felicidad y también días de amarguras.
Habrá días en que todos sonreirán contigo y otros en que
a lo mejor llores en soledad. La vida es una sucesión
de luz y oscuridad. Cuando nace el sol, ya tiene
su tiempo para dar paso a la luna.
Tendrás metas y objetivos. Recorrerás mil senderos
en compañía o no, y a cada paso que hagas,
el camino ya no volverá a ser el mismo, tu huella
se hundirá dejando una marca.
Y seguramente, en el próximo tramo, habrá algo
que recompensará tu esfuerzo.
Allí estarán tus ilusiones concretándose en una
hermosa realidad, pero también pueden estar
tus miedos acechando en cualquier recodo.
Deberás crecer y ayudar a otros a crecer también.
Deberás dejar la casa de tus padres y construir
tu propia casa por si algún día quieres ser padre,
y aunque no lo fueras deberás aprender a vivir con
lo que la vida te dió: tu propia fortaleza.
Sabes, no es bueno vivir a la sombra de quien te
dió la vida porque todos venimos al mundo para ser
una luz que alumbra todo lo que toca, y si vivieras
bajo sus sombras, tu luz no podría expandirse.
Haz brillar tu luz, y proyecta tus propias sombras,
pero deberás saber que algún día también tendrás
que dejar partir otras pequeñas luces que brillaron por ti.
La vida es un desplazamiento, un dinámico encuentro
y desencuentro con nosotros mismos y la idea
de lo que puede ser y lo que no es.
No guardes rencores ni colecciones lágrimas, no sirven
de nada, permite que la paz y la alegría adornen
tus logros, y ante la envidia y la maledicencia,
sonríe por la bienvaventurada posibilidad del olvido.
Cuando alguien no te quiera, alégrate por tu poder
de amar y entrégale amor a quien verdaderamente
se lo merezca. Sé tu propia usina de sonrisas y
extiende tus hilos para la mejor comunicación
a través de la simpatía y el amor.
Recuerda que algo puede estar repleto de lógica
pero que es completamente inservible si carece
de sentido común.
El sentido común es aquel que sirve para ti y para los otros.
Las respuestas sólo sirven cuando son
comprendidas por quien las recibe.
No creas que primero debes amarte a ti mismo para
amar a los demás, es justamente el amor hacia
los demás que te hace amarte a tí mismo, ten cuidado
con eso, si alguien no te hubiese enseñado a amar
primero no tendrías amor siquiera para brindartelo
a ti mismo. No cultives el amor egoísta, porque no
es amor y a lo único que conduce es a la frustración.
Sé lo que debas ser, lo que sientas ser y lo que quieras ser,
pero sélo con la frente en alto, con dignidad y valor
para darle a la vida toda, mayor dignidad y mayor
valor a todo lo que llegue a tu vida, y esto no admite
que para expresar tu ser debas hacerle daño a alguien.
Entonces comprenderás que si has saldado
el amor hacia la vida, la vida misma te liberará de reclamos.
La eternidad no te eterniza, sin embargo podrás ser
eterno si tus actos son semillas que el viento de los
tiempos lleva a todo lugar y en todo momento.
No te olvides de ser felíz pero siempre recuerda a quienes
pueden estar esperando algo de tu felicidad.
©Miguel Angel Arcel