Mudar de piel, decir adiós con la mano en el pecho
Cada cierto tiempo las serpientes
mudan de piel.
Para deshacerse de su piel vieja, una serpiente escoge
transitar por dos piedras próximas que aprieten su cuerpo,
le raspen y
le ayuden a eliminar esa capa que ya no quiere. Como es natural, este
tránsito no es agradable;
de hecho, le provoca dolor, pero esta acción le ayuda a desprenderse de lo que ya está
desgastado para dar lugar a lo nuevo.
Esto podemos extrapolarlo a la realidad con la
que nos encontramos cuando nos toca decir adiós.
Este proceso final
supone un nuevo comienzo y, aunque nos suma en tremenda angustia,
nos
ofrece espacio para renacer.
Esta toma de conciencia y este paso nos ayuda a evolucionar y a
madurar, a conocer más sobre cómo
construir relaciones sanas y
significativas con las personas y con nuestro entorno.
Es inevitable el sufrimiento cuando toca cerrar algunas puertas, pero hacerlo es sinónimo de quererse.
Al fin y al cabo se trata de visualizar nuestra vida de manera
diferente, de ser valientes y
de cambiar las cerraduras. Porque al fin y
al cabo lo que cuenta es eso, saber evolucionar,
permitirnos la
estabilidad y adecuar la temperatura de nuestra vida a nuestras
necesidades.
Una vez que lo hayas hecho no te fijes en lo que has perdido sino en lo que queda por ganar.