El pirata Malapata, era uno de los bucaneros con más mala suerte que surcaba los mares. Todo lo que intentaba hacer, terminaba saliéndole al revés.
Una vez, tuvo la genial idea de secuestrar a una princesa y pedir un gran rescate por ella, pero al hacerse de nuevo a la mar, uno de los cañones del castillo, hizo blanco en su barco, permitiendo que la princesa quedara libre de nuevo.
En otra de sus aventuras, encontró un enorme tesoro, que amenazaba con hundir su nueva nave. Para evitar quedarse sin barco, decidió esconder su botín en una isla cercana. Ocultado el tesoro de ojos indiscretos, se alejaron de la isla y cual no fue su sorpresa, cuando al mirar por última vez el lugar, vieron como un gran volcán entraba en erupción y hacía desaparecer su preciado botín.
Superado este trance, volvió a hacerse a la mar, en un día muy tormentoso. Mientras paseaba por la cubierta oteando el horizonte, una ola gigante lo arrastró fuera del barco. Aferrado al ancla, vio como un tiburón se acercaba peligrosamente hasta su posición, con muy malas intenciones. Aterrado ante la idea de acabar siendo su merienda, saltó con todas sus fuerzas al barco y arrancó la bandera del mástil.
Cansado de tantas malas pasadas, se retiró de la vida pirata y creó en el puerto, un pequeño negocio, con el que todo le fue de maravilla.
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