(fragmento)
De cigüeñas la tímida bandada,recogiendo las alas blandamente,pasó sobre la torre abandonada,a la luz del crepúsculo muriente;
hora en que el Mago de feliz paletavierte bajo la cúpula radiantepálidos tintes de fugaz violetaque riza con su soplo el aura errante.
Esas aves me inquietan; en el almareconstruyen mis rotas alegrías;evocan en mi espíritu la calma,la augusta calma de mejores días.
Afrenta la negrura de sus ojosal abenuz de tonos encendidos,y van los picos de matices rojosa sus gargantas de alabastro unidos.
Vago signo de mística tristezaes el perfil de su sedoso flancoque evoca, cuando al sol se despereza,las lentas agonías de lo Blanco.
Con la veste de mágica blancura,con el talle de lánguido diseño,semeja en el espacio su figurael pálido estandarte del Ensueño.
Y si, huyendo la garra que la asecha,el ala encoge, la cabeza extiende,parece un arco de rojiza flechaque oculta mano en el espacio tiende.
A los fulgores de sidérea lumbre,en el vaivén de su cansado vuelo,fingen, bajo la cóncava techumbre,
bacantes del azul ebrias de cielo...
Guillermo Valencia
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