Te me mueres de casta y de sencilla...
Estoy convicto, amor, estoy confeso
De que, raptor intrépido de un beso,
Yo te libé la flor de la mejilla.
Yo te libé la flor de la mejilla,
Y desde aquella gloria, aquel suceso,
Tu mejilla, de escrúpulo y de peso,
Se te cae deshojada y amarilla.
El fantasma del beso delincuente
El pómulo te tiene perseguido,
Cada vez más patente, negro y grande.
Y sin dormir estás, celosamente,
Vigilando mi boca ¡con qué cuido!
Para que no se vicie y se desmande.