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Es la incredibilidad que traspasa los sentidos quién me pregunta – ¿Eres real? – Sé que puedo sentirte, olerte y besarte. Aun así te conservas tan irreal. Entonces me siento a tu costado, observo tu cuerpo desnudo Y trato de asumirlo con torpes caricias, pero ¿eres real? No parece ser así, claro que existes más la pregunta va por dentro.
Te expongo mi sentir a saltos de liebre en busca del cazador, tímido y curioso, terco como el sexo que deviene cada dos fracasos. Mi sentimiento muerde sábanas ante tu silencio. Me clavas alfileres en mi pecho desangrado al decir que no has dicho nada. Si dudas de mi sentir no deseo dudar del tuyo, sé que sientes algo pero lo mantienes lejos de mi comprensión. – Los te quiero enmudecieron al amanecer.
Tantos lugares por recorrer, sabores por conocer y camas por rebujar, al final, tantas promesas calladas por ignorar. Habitamos un mundo extraño, – vestigio culposo de un tiempo juguetón, – al final no ha sido tanto, es la magia intensa que se consume vorazmente, con la intensidad que te hace añorar un para siempre pero que en el fondo sabes que es por un instante, que se trata de la última coincidencia, aquella réplica de la historia que ha de repetirse.
Te fuiste cuando el espesor de tu presencia no me permitía suspirar en otro lugar que un fuese tu cuello, dejando rastros de pequeños recuerdos mordaces para no ser perseguida. Te conocí libre cual mujer moderna, idolatrada como las vacías estructuras de dioses extintos. No sabía de algo tan triste como es que la libertad se asume en soledad, no puede haber un ser que la coarte y es al amor el llamado a tener esa función.
Empacas livianas maletas como el que no tiene lugar donde reposar, cierras la puerta sin cruzar el cerrojo, me mientes al voltear para decir adiós – palabras vacías que claman por ser escuchadas – No te diste ni cuenta que cuando te marchabas yo ya me había ido.
Desconozco autor
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