.
.
Muerde el deseo, las innombrables ansias, corren caricias y a fuerza postergadas mal disimulan el cúmulo de esperas contra un reloj en cadenciosa danza.
Busca refugio una explosión de anhelos y la absurda impaciencia se apresura hasta el mañana imperturbable y necio que esconde sus pisadas una a una.
Y sin poder disimular el miedo ni contener la inevitable llama suelto un temblor de pétalos de fuego para alcanzar el beso que me aguarda.
Desconozco el autor.
.
.
.
|