Es
bien sabido que la mejor forma de cuidar el mundo en el que vivimos es
mediante la reducción, la reutilización y el reciclaje de los bienes que
utilizamos, pero las condiciones en las que se mueve la sociedad
actualmente nos habitúan a comprar productos en exceso y a desecharlos
muy pronto.
Como
respuesta a acuerdos internacionales y a las exigencias de grupos
civiles ambientalistas, a finales de la década de los 80’s se
implementaron procesos de producción sustentable (la cual garantiza la
disponibilidad de recursos para generaciones futuras). Dos décadas
después, las empresas ecologistas se han vuelto una verdadera “moda” y
una nueva estrategia mercadológica. Esto parece una ironía, pues la
intención de la mercadotecnia es incrementar el consumo.
Se
ofertan productos biodegradables, ahorradores o verdes para atraer a
los compradores cuyo interés es proteger a la naturaleza o en su
defecto, dañarla lo menos posible, pero es indispensable considerar que
la compra de estos objetos no implica que el cliente pueda consumir más
de ellos sin preocuparse de las consecuencias.
Comprar
biocombustibles para salir con tu automóvil todo el tiempo, aunque sean
recorridos cortos, es más dañino para el aire que tomar un autobús que
utilice diesel común; tampoco comprar focos ahorradores significa que
puedas tener encendida la luz todo el día; adquirir productos de
limpieza ‘amigables con el medio ambiente’ no es una excusa para
ocuparlos en mayores cantidades.
Hay
otros problemas generados por considerar a la ecología como una “moda”:
primero, que muchos artículos (principalmente de piratería) se
promueven como ecológicos aunque no lo sean o lo sean en una cantidad
mínima, por ejemplo, cuando sólo su etiqueta se elabora con papel
reciclado. En segundo lugar, para tener la certeza de que el producto
adquirido es realmente ecológico, se necesitan evaluar muchos aspectos
como los materiales empleados, el proceso de fabricación, el proceso de
distribución, su durabilidad y su capacidad de reciclarse.
Si
una prenda de vestir está hecha totalmente con materiales orgánicos
como el algodón pero fue su traslado generó contaminación, si se gastó
mucha energía en su fabricación o si se tiñó con tintas tóxicas deja de
ser ecológica.
No
se trata de tachar de engañosos a estos productos ni de sugerir que no
debes comprarlos; la recomendación es más bien reducir en general el
consumo de artículos. De preferencia, dejar de desechar aquellas prendas
que con unas cuantas puntadas de hilo podían repararse, evitar cambiar
de celular sólo porque le falta una aplicación nueva, olvidarte de los
desechables en tus reuniones o perder un poco la costumbre de estrenar
atuendo y útiles cada nuevo semestre. Aunque gran parte de lo que
compres sea ecológico, primero debes cuestionarte qué tanto necesitas
aquello que vas a adquirir.
El
verdadero objetivo de comprar productos verdes es preservar el entorno,
mantener una relación cordial con él y disfrutar de los recursos que
nos ofrece mesuradamente para que en el presente, los seres vivos gocen
de lo que necesitan para subsistir de la misma manera que las
generaciones futuras. Debes tener preste que la actitud ambientalista no
es una cuestión de moda, sino de vida.
Por Yanet Gpe. Sánchez Monroy