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" ODA A LA SOLEDAD "
Ah soledad, Mi vieja y sola compañera, Salud. Escúchame tú ahora Cuando el amor Como por negra magia de la mano izquierda Cayó desde su cielo, Cada vez más radiante, igual que lluvia De pájaros quemados, apaleado hasta el quebranto, y quebrantaron Al fin todos sus huesos, Por una diosa adversa y amarilla Y tú, oh alma, Considera o medita cuántas veces Hemos pecado en vano contra nadie Y una vez más aquí fuimos juzgados, Una vez más, oh dios, en el banquillo De la infidelidad y las irreverencias. Así pues, considera, Considérate, oh alma, Para que un día seas perdonada, Mientras ahora escuchas impasible O desasida al cabo De tu mortal miseria La caída infinita De la sonata opus Ciento veintiséis De Mozart Que apaga en tan insólita Suspensión de los tiempos La sucesiva imagen de tu culpa Ah soledad, Mi soledad amiga, lávame, como a quien nace, en tus aguas australes y pueda yo encontrarte, descender de tu mano, bajar en esta noche, en esta noche séptuple del llanto, los mismos siete círculos que guardan en el centro del aire tu recinto sellado.
José Ángel Valente
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