Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

♥UNIDOS POR LA AMISTAD♥
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 GENERAL 
 ※ENTRA AL CHAT 
 ※ GRUPOS AMIGOS 
 ♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣ 
 ※NEGRO AZABACHE 
 ♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣ 
 ※ FONDOS & GIFS 
 ♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣ 
 ※ LABUENA COCINA 
 ♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣ 
 ※FIRMAS VIFEVAL 
 ♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣ 
 ※VIDEOS DE HUMOR 
 ♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣ 
 ※RINCON DE LA POESIA 
 ♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣ 
 ※REFLEXIONES 
 ♥.·:*¨ RINCON DE VIFEVAL ¨*:·.♥ 
 ♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣ 
 ☂ .·:*☀*:·.☂RINCON DE SILA ☂ .·:*☀*:·.☂ 
 ♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣ 
 ♥.·:*¨ RINCON DE HECHICERA ¨*:·.♥ 
 ♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣ 
 ♥.·:*¨ RINCON DE AMALY ¨*:·.♥ 
 ♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣ 
 ♥.·:*¨ RINCON DE BRAD OMIN ¨*:·.♥ 
 ♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣♥♦♣ 
 ♥.·:*¨ RINCON SOLGRAFICOS ¨*:·.♥ 
 ※ LA WEB MAS HERMOSA 
 PORTADA 
 MUY INTERESANTE 
 ※ADMINISTRADORES 
 
 
  Herramientas
 
General: CUENTO NAVIDEÑO
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: SILA4141  (Mensaje original) Enviado: 15/12/2013 18:58
CUENTO NAVIDEÑO


Aquel 24 de diciembre la capital amaneció
 vestida de blanco. A las seis de la
tarde, ya oscureciendo, el centro de la
 ciudad mostraba la mejor de las estampas
 navideñas: luces de colores, árboles
decorados, muñecos de nieve, niños con
 panderetas pidiendo aguinaldos, adultos
con prisas ultimando sus compras, villancicos
 en los comercios, olor a castañas asadas,
algún que otro Papá Noel y frío, mucho frío.
 El mismo frío que se calaba, varias calles
 más allá, en los huesos de
 Antonio y Mercedes.

 
 
 


 
Antonio y Mercedes eran conocidos por todo
 el vecindario de la calle Galileo. Se les podía
 ver con  su paso lento y el arrastrar de pies
yendo o viniendo del comedor social del
número 14. Por su carácter extrovertido
hablaban con todo el mundo que les quisiera
escuchar. Por eso era sabido que aquel par
 de viejitos de ochenta y tantos años llevaban
 sesenta  casados, que tuvieron tres hijos de
 los que, por circunstancias, no sabían nada de
 ellos desde hace mucho tiempo y que malvivían
 con su escasa pensión en un piso de
renta antigua de la calle Bailén.   
 
 Marta volvió a verlos esa tarde desde su
 ventana del tercer piso del número 15.
Venían sonrientes y agarrados del brazo;
andando con más cuidado si cabe para evitar
 resbalarse con el hielo que se había formado
 en las aceras. Se pusieron a la cola  para entrar
 de nuevo al comedor de Santa Isabel que,
pasadas las seis de la tarde, ya tenía cerca
de una treintena de clientes habituales
esperando a que abriera sus puertas.
Los más jóvenes saltaban dando botes y
 bromeaban con el vaho que salía de sus gargantas;
 los mayores se resguardaban con las bufandas,
 pañuelos y abrigos usados de los rigores del gélido
 invierno madrileño. Todos ellos se
 saludaban y sonreían con cierto entusiasmo.
 Tal vez por esperarles la cena de Nochebuena
que, sabían, era especial.
 
“¿Y por qué no?”, se preguntó Marta a sí misma.
Acto seguido fue hasta su dormitorio y se
despojó de la bata y las zapatillas. Poco
después, con la emoción en el rostro,
cruzaba la calle en busca de la octogenaria pareja.
 No era la primera vez que coincidían los tres.
 Por eso, como en otras ocasiones, el encuentro
 fue distendido y conversaron de temas
 banales como el frío, la nieve, las fiestas
y lo bonito que estaba Madrid con tantos
adornos. Marta, en mitad de la charla, cogió
 las manos de ambos y con cierto disimulo
los sacó de la fila del comedor. Antes de que
 Antonio y Mercedes se percataran de ello,
 soltó lo siguiente: “Me gustaría que pasarais
 la Nochebuena en mi casa, conmigo”.
 La pareja balbuceó algo que Marta, más
emocionada si cabe,  acalló dándoles otros 
 argumentos: “Tengo unos cuantos años
 menos que vosotros pero, en fin, me
encuentro muy sola desde que murió Fernando,
 mi marido. No tuvimos descendencia y 
carezco de familia próxima porque soy hija
única. Vosotros tenéis la suerte de estar
juntos  aunque sé que con penurias y yo,
 yo vivo mi vejez rodeada de abundancia
envuelta en soledad. Por favor, aceptad mi
invitación… En el fondo yo también soy una
pobre viejecita”. Esto último lo dijo a la vez
 que le caían dos gruesas lágrimas por sus
mejillas. Los dos ancianos se abrazaron a
aquella mujer intentando transmitirle con
su gesto todo el cariño que necesitaba.
Instantes después le manifestaron la
 decisión de aceptar su propuesta y, con las
explicaciones más o menos
pertinentes, se despidieron del resto.
 
 Aquella Nochebuena dos mundos diferentes,
que no lo eran tanto, se sentaron a la mesa;
 tres vidas longevas compartieron además
de las viandas, recuerdos,
 ilusiones y alegrías.
 
Han pasado dos navidades desde entonces.
Madrid vuelve a estar engalanada de
luces. El mismo frío, el mismo ambiente,
idénticas  prisas por sus calles. Lo cierto
es que en el 15 de la calle Galileo, tres
corazones amigos siguen
latiendo bajo el mismo techo.
 
(DE LA RED




Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados