La próxima vez que alguien te haga daño, piensa en el bien de esta persona. Un ser humano común, cuando alguien lo lastima, fácilmente es capaz de pensar lo peor para la otra persona. Después de todo, aquel individuo le lastimó. Sin embargo, la actitud espiritual es desear lo mejor para el otro, mirándolo como un ser ilimitado, más allá de su propio papel. Los frutos se ven rápido. Poco a poco, la otra persona va cambiando su actitud y trata de transformar sus modales. Pero todo cambio es complicado y lo sabemos por experiencia propia. Así que tenemos que tener paciencia y mandarle la mejor vibración. Siempre es posible que alguien cambie. Siempre. |