EL PODER CURATIVO DE LOS IMANES
La popularidad de los imanes se ha propagado como pólvora y no precisamente la de aquellos que se adhieren al refrigerador. Ahora resulta que los estantes de las farmacias y almacenes de deporte están llenos de productos que dicen, a base de imanes, tener el poder de aliviar el dolor que la medicina tradicional no logra eliminar. ¿Realmente funcionan?
La magnetoterapia:
Desde que el hombre descubrió la magnetita o piedra imán, quedó fascinado con sus funciones. Los antiguos filósofos le adjudicaron propiedades mágicas por el hecho de que esta piedra podía atraer al más fuerte de los metales conocidos en la época, el hierro.
Pero a principios del siglo XVI se pensó más que eso: tal vez, esta maravillosa piedra también podía atraer, y por consiguiente sacar, a las enfermedades del cuerpo.
Lo cierto es que hoy, cientos de años después, la comercialización del imán como método alternativo para aliviar el dolor es toda una industria. Se estima que a nivel mundial las personas gastan alrededor de 5 mil millones de dólares en la compra de estos productos que van desde rodilleras, muñequeras, joyas, cinturones, plantillas, máscaras para los dolores de cabeza y hasta colchones.
Ahora bien, ¿son realmente efectivos o la gente se está gastando el dinero en simples ornamentos y fajas?
Cuando la medicina falla
Para Beatriz Bernal, traductora técnica retirada en Miami, la magnetoterapia funcionó. Los más de 30 años que trabajó frente a la máquina de escribir y el computador le provocaron un caso severo de síndrome del túnel carpo en ambas manos, una condición que daña los nervios, músculos, tendones y otros tejidos blandos.
“Tenía un dolor pavoroso en la muñeca que se extendía al codo”, dice Bernal. “Tenía que tomar tabletas para el dolor constantemente, no podía dormir”.
Según la traductora, lo peor de su caso es que fue operada de la mano izquierda con malos resultados. “Cuando fui a donde el segundo médico, el doctor Rogachesfsky del Jackson Memorial Hospital, le dije ‘mi mano izquierda nunca volvió a ser normal, no tiene fuerza y si me va a pasar lo mismo con la derecha, muchas gracias. No me mencione cirugía que no lo acepto’. Entonces fue cuando me habló de los imanes”.
El tratamiento de Bernal duró tres meses y consistió en usar un imán especial con una venda para sostenerlo las 24 horas del día.
“Me volvieron a hacer exámenes del nervio y el doctor me dijo que los resultados habían sido extraordinarios. No he vuelto a sentir dolor, aunque a veces se me duerme un poco la mano cuando hago trabajo monótono y continuo pero sólo basta con que me ponga el imán y el problema está resuelto. Lo único malo es que cuando voy a un restaurante los cubiertos se me pegan”.
RED: ESTEBLOG