Todos sabemos lo malo que es el estrés, pero librarse de él no es tan fácil como decirse “pues hay que relajarse…”. Pero existe un pequeño truquito para instaurar un poco de paz en momentos de inquietud. Es tan sencillo como
respirar profundamente. Tan sólo requiere encontrar un espacio más o menos tranquilo y concentrarse, durante dos minutos, en la respiración, llenando a fondo los pulmones y vaciándolos del todo. Inspirar profundamente, sintiendo como nos llenamos de aire, y espirar lentamente, concentrándonos en cómo se vacían, y repitiendo varias veces.
Sus ventajas: Este ejercicio tan sencillo regula el pulso, disminuye la frecuencia cardiaca, controla el estrés y libera la mente. ¿Quién da más por menos?