Hoy, cuando lloraba por mi hijo drogadicto, pensé lo triste que es que para que algunos tengan mucho más, otros lo dan todo, hasta su propia vida. Si sólo pudieran oir ustedes por un instante, el llanto de incontables madres como yo; vislumbrar cómo viven hijos como el mío. ¿Conocen ustedes el infierno tan terrible que venden, tanto para los que usan drogas como para los que sufren por ello? ¿Acaso tienen la más mínima idea del dolor que sienten madres, padres, cónyugues e hijos, al saber que su ser querido está endrogado en algún lugar desconocido quizás, incapaz de ayudarse a sí mismo y ni siquiera de pedir ayuda? Cuando miran a sus propios hijos, a los que colman de tantos bienes materiales y llevan a Europa cada año, ¿no piensan que ellos también quizás podrían ser sus propias víctimas? Ustedes, mercaderes de la muerte, convierten a jóvenes sanos, llenos de vida y esperanza, en pobres guiñapos humanos cuya única esperanza es la próxima dosis de la droga; cuya única familia son los que con ellos se drogan. Les apartan de sus seres queridos, del camino que Dios había trazado para ellos y del disfrute de los bienes inefables de la vida, que son los únicos que de verdad importan. Y todo para saciar la ambición desmedida de unos cuantos. Si al leer esta carta aquellos que se sientan aludidos, para tratar de justificar su crimen (ante sí mismos, porque ante Dios y los demás jamás podrán hacerlo), alegan que si ustedes no venden las drogas otros lo harán; piensen que lo mismo dijeron todos los verdugos que durante la época nazi ejecutaron a más de seis millones de inocentes seres humanos. Los malvados siempre encuentran una excusa para hacer el mal, sobre todo si las ganancias son grandes. A pesar del dolor que en este instante embarga mi alma, tengo fe en Dios y ruego no sólo por mi hijo, sino por todos los demás que están sufriendo el mismo infierno; por las madres, los padres, las esposas, esposos e hijos que lloran en silencio también. A los gobernantes les pregunto : ¿cuales son sus prioridades? ¿Cómo es posible que no existan o se ofrezcan suficientes recursos para ayudar a incontables jóvenes y demás personas que se encuentran en estas circunstancias? En el nombre de Dios y de todos los familiares y amigos angustiados por la pérdida de seres queridos a las drogas, les reto a buscar y encontrar soluciones que les permitan ofrecerles la ayuda que tanto necesitan, para poder vivir una vida plena como miembros útiles de nuestra sociedad. Firmada: Una madre que sufre en silencio y que desea permanecer en el anonimato.
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