Escribir sobre un tema polémico atrae lectores. Sobre todo, a los que están en medio de la polémica; pero también a los que la siguen por el interés de los argumentos debatidos.
Si lo escrito contiene buenas ideas, servirá a los contendientes para llevar agua a su molino, es decir, para tomar lo que sirva para reforzar su punto de vista.
En aquellos situaciones y temas que lo ameriten, sería de esperar que lo escrito no adopte sólo el punto de vista de un lado de la contienda, sino que sepa reconocer lo bueno y lo malo que se encuentra en ambos bandos.
Desde luego, si uno de los “contendientes” tiene la razón, no tiene sentido ofrecer un texto débil, amorfo, que no contente a nadie y que busque mediar donde no es posible mediación alguna. Frente a la verdad sólo queda una postura sana: defenderla con argumentos, con claridad, con prudencia y con valentía, aunque eso implique reacciones adversas en quienes defienden tenazmente la postura equivocada.
Pero en tantos otros casos, no es correcto lanzarse a la liza simplemente para apoyar a unos y denigrar a otros, con el deseo de ganar lectores y comentarios. Lo correcto, en ese tipo de situaciones, sería atisbar lo positivo que existe en cada posición y lo negativo que unos y otros deberían corregir.
Es una postura difícil de adoptar, pues en no pocas ocasiones exige tiempo, reflexión, perspicacia, además de valor: es fácil terminar bajo las críticas de unos y otros. Pero es la postura de pensadores del pasado, como lo fue santo Tomás de Aquino, que incluso reconocía los aspectos positivos de sus “adversarios”, es decir, de quienes defendían lo contrario de lo que él pensaba y creía.
En un mundo donde brilla la tentación de subirse al carro de la noticia y donde los debates atraen lectores, es loable no escribir simplemente para hacerse presente en la liza, sino para ofrecer razones y análisis serenos, profundos e iluminadores.
Entonces sí que habrá valido la pena abrir entrar en la lucha con la mejor intención: que brille la verdad por encima de las pasiones y los intereses partidistas.