Una de las líneas de trabajo principales consiste en la inmunología molecular; se trata de hacer un diagnóstico molecular para entender mejor los perfiles de sensibilización y los patrones clínicos que presentan los pacientes. Es decir, buscar exactamente qué molécula del polen es la que te afecta exactamente. De este modo se podrá hacer un diagnóstico más preciso, y, a partir de ahí, conseguir un tratamiento específico para esos alérgenos concretos. “Ya se está empezando a hacer ensayos clínicos en los que se trata con moléculas –explica la doctora Fernández Rivas-. Por ejemplo, se han hecho estudios realizados con alérgenos recombinantes de abedul y gramíneas”.
Sobre las vacunas. Para mejorar la seguridad de las vacunas, se empezó a desarrollar inmunoterapia sublingual; ahora, las esperanzas están puestas en otra forma galénica de administración: en vez de gotas, tabletas. En breve, en el mercado.