Estamos asustados de todo:
de lo desconocido, el abismo, la noche, las tormentas, la selva y
el desierto. En el momento de la escritura, basta pensar en lo que me
asusta también probablemente asusta al otro. En algún lugar dentro de
nosotros hay una llave que ilumina el miedo; allí donde se instala el
relato de terror, cuando se escribe bien, porque el hombre se siente
atraído por monstruos y dragones que por héroes. Como es imposible
estar luchando siempre nuestros propios demonios y el mal, de vez en
cuando tenemos que llevarlos a pasear.
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