Jesús, se nota que lo que tú querías no era -ni ha sido nunca- ganarte un buen número de seguidores que quisieran ir en pos de ti para hacer milagros, o para adquirir mucha fama entre la gente, o incluso para vivir un evangelio diseñado a su comodidad. Por eso, desde que predicaste tu mensaje, dejaste bien claro que implicaba necesariamente la cruz, renunciar a sí mismo, perder la vida por ti. Ese es el camino para seguirte, para acercarnos al misterio tan gigante de tu persona y para encontrar en ti la verdadera vida.
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