Te regalo una estrella…, cualquiera…, la que elijas…:
la que apenas se nota…o la que más destella…,
esa que se desplaza…, o aquella que está fija…,
¡que sobre el cielo oscuro todas resultan bellas!
¿Que cómo las atrapo…? ¡Es que son tan coquetas!,
-como lo han sido siempre las hermosas doncellas-:
les gusta reflejarse en mi alma de poeta…,
¡y caen en mis redes de pescador de estrellas!