El
retorno
Fue tan
grande y amargo mi despecho, y fue tu angustia en el adiós tan
poca, que al recordar la herida de tu boca soñé con otra igual para mi
pecho. Mas hoy depongo mi rencor. Sospecho que acaso loco yo, tú
también loca, el mal que así nuestro dolor provoca uno al otro, a la vez,
nos lo hemos hecho. Prueba la copa y el dorado vino ofréceme en tus
labios. Adivino que idéntica a esa flor presa en tu broche, sumisa al
ruego del amor serás. Cómo eres tú, lo comprendí esta noche. Cómo soy yo,
tú nunca lo sabrás. Alberto Angel Montoya
|