En la
sombra
Me he recostado
en la oquedad oscura
adonde en tus ausencias me retiro,
y he cerrado los
ojos. Sólo aspiro
a recobrar mi adarme de cordura.
Dentro de mí, la luz
tiene esa pura
diafanidad radiante del zafiro,
y alrededor de mis memorias
giro
sin la penumbra que te desfigura.
Un ángel, que es mi guía y mi
maestro,
con método entre cándido y siniestro,
te silencia y me impele
hacia el olvido.
No sé si abrir los ojos y en la sombra
mi oído piense que
tu voz me nombra
en la fugacidad de cada ruido.
Francisco Alvarez
Hidalgo