Pidan y se les dará¨. Lucas 11: 5-13.
Siguiendo con su enseñanza sobre la oración – anteayer la escucha de la Palabra, ayer el Padrenuestro -, hoy nos propone Jesús dos pequeños apólogos tomados de la vida familiar: El del amigo impertinente y el del padre que escucha las peticiones de su hijo. En los dos, nos asegura que Dios atenderá nuestra oración. Si lo hace el amigo, al menos por la insistencia del que le pide ayuda, y si lo hace el padre con su hijo, ¡Cuánto más no hará Dios con los que le piden algo!
Jesús nos asegura: ¨Nuestro Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden¨, o sea, nos dará lo mejor, su Espíritu, la plenitud de todo lo que le podemos pedir nosotros.
Jesús nos invita a perseverar en nuestra oración, a dirigir confiadamente nuestras súplicas al Padre. Y nos asegura que nuestra oración será siempre eficaz, será escuchada: ¨Si ustedes saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿Cuánto más su Padre Celestial…?¨.
La eficacia consiste en que Dios siempre escucha. Que no se hace el sordo ante nuestra oración. Porque todo lo bueno que podamos pedir ya lo está pensando antes él, que quiere nuestro bien más que nosotros mismos. Es como cuando salimos a tomar el aire o nos ponemos al sol o nos damos un baño en el mar: Nosotros nos ponemos en marcha con esa intención, pero el aire y el sol y el agua ya estaban allí. Cuando le pedimos a Dios que nos ayude – manifestando así nuestra debilidad y nuestra confianza de hijos -, nos ponemos en sintonía con sus deseos, que son previos a los nuestros.
Reflexión y comentarios…
De Lucas 1: Bendito sea el Señor, Dios de Israel.
Lecturas para este día: Gálatas 3: 1-5. Lucas 11: 5-13.