Cuando encuentres cerrada la puerta de mi corazón, tírala y entra; no te me vayas, Señor.
Cuando las cuerdas de mi guitarra olviden tu nombre, espera, te ruego; no te me vayas, Señor.
Cuando tu llamada no alcance a despertar mi torpeza, fulmíname con tu dolor; no te me vayas, Señor.
Cuando yo ponga a otros en tu trono, oh Rey de mi vida, no te me vayas, Señor.
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