Señor, enséñanos a orar¨. Lucas 11: 1-4.
A Jesús le pidieron que les enseñara a rezar porque les vieron rezando a él. Él es el mejor modelo: Él, que se dedicaba continuamente a evangelizar y atender a las personas, pero que también oraba, con una actitud filial de comunión con el Padre.
Rezamos muchas veces el Padrenuestro, y por eso tiene el peligro de que la rutina no nos permita sacarle todo el gusto espiritual que merece. Es la más importante de las oraciones que decimos, la que nos enseñó el mismo Jesús.
El Padrenuestro es una oración entrañable, que nos ayuda a situarnos en la relación justa ante Dios, pidiendo ante todo que su nombre sea glorificado y que se apresure la venida de su Reino. El centro de nuestra vida es Dios.
Luego pedimos por nosotros; que nos dé el pan de nuestra subsistencia, nos perdone las culpas y nos dé fuerza para no caer en la tentación. Es nuestra oración de hijos.
Hoy haríamos bien en decir el Padrenuestro por nuestra cuenta, despacio, saboreándolo, por ejemplo después de la comunión, creyendo lo que decimos. Además, tendríamos que enseñar a otros a rezarlo con fe y con amor de hijos. Las demás oraciones son glosas, comentarios, no tan importantes como ésta. A los hijos de una familia, a los niños de la catequesis, les tenemos que iniciar en la oración sobre todo ¨orando con ellos¨, no tanto ¨mandándoles que recen¨, y precisamente con estas palabras que nos enseñó Jesús.
¨Oración del Señor y oración de la Iglesia¨ y ¨resumen de todo el evangelio¨. Ora esta maravillosa oración con gran fe.
Reflexión y comentarios…
Del Salmo 94: Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Lecturas para este día: Gálatas 2: 1-2. 7-14. Lucas 11: 1-4.