Por Irina Lykoyanova
¿Sentís a veces que todo el mundo te señala? ¿Te acusan de ser una mala madre?
Una madre viaja en el ómnibus con su hijo cansado. Estuvieron esperando dos horas en el policlínico para que los atienda el médico, por lo que el niño sólo quiere comer y dormir, aunque todavía tienen un largo camino por delante. El chico se mueve, llorisquea y da golpes con sus pies. Finalmente, una señora mayor sentada cerca de la escena se enoja y le pide a la madre que haga algo para calmar a su hijo: ¡no debería haber tenido hijos si no sabe cómo educarlos adecuadamente! La madre se recupera y el chico comienza a llorar aún más fuerte.
¿Existe una forma adecuada para enfrentar una situación como ésta? De hecho, sí la hay. Ante todo, uno debe tener en cuenta todos los factores que pueden controlarse. Antes de un viaje largo, asegurate de tener alimentos en tu cartera y de llevar previamente al niño al baño. Mientras viajás o te encontrás esperando en una fila, intentá entretener a tu hijo con algún elemento. Si es pequeño y tiende a golpear con sus piernas, tratá de comprar un cubre zapatos de goma, y colocalo sobre sus zapatos mientras viaja en un transporte público, entonces no tendrás que disculparte por las marcas que pueda dejar sobre la ropa de la gente que se encuentre a tu alrededor.
Sin embargo, hay momentos en los que nada de lo que intentamos resulta. Cuando eso sucede, lo único que deseás es que te trague la tierra. Si una madre no está segura de su capacidad, cualquier situación crítica puede marcarla profundamente. Tu primera reacción va a ser gritarle a tu hijo. O justamente lo opuesto, saldrás en defensa de él, descargando tu enojo con todos los que te rodean.
Normalmente, una situación en la cual un niño hace algo mal puede resolverse fácilmente, a veces con un simple “disculpen” es suficiente. Pero no siempre tus disculpas actúan inmediatamente en una persona furiosa. A pesar de ello, no es necesario realizar una escena pública. Lo que deberías hacer es pedir perdón, limpiar con un pañuelo la suciedad en la ropa de la otra persona y, de ser posible, cambiarte de asiento.
Si todo esto aún no es suficiente, tratá de no generar una discusión. Un buen ejemplo ocurrió el otro día cuando el conductor de un ómnibus, en respuesta a una indignada discusión por parte de un pasajero, simplemente se mantuvo calmo y dijo: “Sí, usted tiene toda la razón”, en un tono de voz muy tranquilo. En seguida, la mujer enojada se calmó. En estas situaciones vale la pena utilizar algunas respuestas estándares tales como: “Perdón, no lo hizo a propósito” y “gracias, voy a tenerlo en cuenta”.
Cuestión de estereotipos
Las madres de niños con problemas (por ejemplo, niños autistas o hiperactivos) , reciben más quejas de extraños que el resto, y tienen que controlar sus reacciones frente a preguntas irritantes como “¿su hijo es anormal, o se hace?”.
Algunas llevan consigo carteles con un mensaje que dice: “Estamos trabajando para que nuestro hijo controle sus impulsos. Está recibiendo asistencia profesional, pero le llevará un par de años conseguir progresos significativos. Agradecemos su preocupación”.
El éxito de este método es el factor de lo inesperado. De lo contrario, le permitirá a quien lee el mensaje expresar su opinión y decir que es preferible que el niño se quede en su casa.
Otras madres aprovechan la iniciativa del atacante: “Si está tan interesado, permítame contarle sobre su problema en detalle” (generalmente el atacante desaparece tan pronto como puede).
Enfrentar la situación
Si alguien insulta a un niño, es necesario que salgas en su defensa, pero no con un tono abusivo. Una forma correcta sería: “Por favor no le grite al chico, prefiero que se dirija hacia mí, pero de una forma adecuada”. También conviene compadecerse del atacante, que está enojado, irritado y siente que todo el mundo está en su contra.
Hay personas que simplemente prefieren ignorar al atacante. Ciertamente, en ese momento te sentís como si te hubieran tirado un balde con barro y no hacés nada para detenerlo. Otra desventaja sobre esta forma de reacción es que el abusador siente una especie de castigo. Esta situación depende de sus prioridades: mantener la calma o darle a la otra persona una lección de buenos modales.
Muchas personas utilizan las mismas armas, y devuelven esas agresiones o practican muecas insultantes sin inmutarse. ¡Tené cuidado! Recordá que estás con un niño, por lo tanto, al margen de dar un mal ejemplo, podés provocar que él vuelva a llorar por lo tenso de la situación. Además, hay quienes podrán responderte con una agresión física.
Independientemente de la estrategia que elijas, es importante mantener la confianza en vos misma, tus capacidades maternales, y el hecho de que, después de todo, tu hijo tiene todo el derecho de viajar en un transporte público, así como también el resto de las personas tienen derecho a no sentirse incómodas. Por lo tanto no es aconsejable ignorar que tu hijo está molestando a otros pasajeros, y luego montar en cólera. Tal vez la mejor opción sería bajarse, alejar a tu hijo de la señora enojada sentada a su lado, y de esta forma evitar que los pasajeros escuchen los gritos de ambos.
Además siempre es conveniente abrazar a tu hijo; de esta forma él se quedará dormido y vos podrás finalizar tu viaje en paz. No hay necesidad de comenzar a dar justificaciones, o tratar de demostrar que sos “más dura” que el otro. Intentá apaciguar la situación dejando tu dignidad intacta, y tratá de no perturbar al niño ni a la gente a tu alrededor.