¨Vio una viuda pobre que echaba dos reales¨. Lucas 21: 1-4.
Un niño estaba parado, descalzo, frente a una tienda de zapatos temblando de frío. Una señora se acercó y le dijo:
¨Mi pequeño amigo ¿Qué estás mirando con tanto interés en esa ventana ?¨.
Él respondió: ¨Le estoy pidiendo a Dios que me dé un par de zapatos¨.
La señora lo tomó de la mano y lo llevó adentro de la tienda y pidió a un empleado media docena de pares de medias para el niño y un par de zapatos. Preguntó si podría prestarle una tina con agua y una toalla y llevó al niño a la parte trasera de la tienda. Con cariño empezó a lavar los pies del niño y se los secó, luego le colocó las medias y los zapatos.
Ella acarició al niño en la cabeza y le dijo: ¨¡No hay duda pequeño amigo que te sientes más cómodo ahora! Mientras ella daba la vuelta para marcharse, el niño muy feliz, la alcanzó y la tomó de la mano, mirándola con lágrimas en los ojos le preguntó: ¨ ¿Es usted la esposa de Dios?
La Señora le respondió: ¨No, solamente soy una mujer agradecida con lo que él me ha dado¨…
Qué damos nosotros: ¿Lo que nos sobra o lo que necesitamos?
¿Lo damos con sencillez o con ostentación, gratuitamente o pasando factura?
¿Ponemos por ejemplo, nuestras cualidades y talentos a disposición de la comunidad, de la familia, de la sociedad, o nos reservamos por pereza o interés? No todos tienen grandes dones: Pero es generoso el que da lo poco que tiene, no el que tiene mucho y da lo que le sobra.
Dios se nos ha dado totalmente: Nos ha enviado a su Hijo, ¿Podremos reservarnos nosotros en la entrega a lo largo del día de hoy?
Reflexión y comentarios…
Del Salmo 23: Dichosos los limpios de corazón.
Lecturas para este día: Apocalipsis 14: 1-5. Lucas 21: 1-4.