Meditación del Papa Francisco
La audacia es una gracia. El coraje. San Pablo decía dos grandes actitudes que tiene que tener el cristiano para predicar a Jesucristo. El coraje, el ánimo de ir adelante y el aguante de soportar el peso del trabajo. Ahora es curioso. Esto que se da en la vida apostólica debe darse en la oración también. O sea una oración sin coraje es una oración "chirle”, que no sirve.
Acordémonos de Abrahán cuando, como buen judío, le regatea a Dios. Que si son 45, que si son 40, que si son 30, que si son 20. O sea es "caradura”. Él tiene coraje en la oración.
Acordémonos de Moisés cuando Dios le dice "mira a este pueblo yo no lo aguanto más, lo voy a destruir, pero quédate tranquilo que a vos te voy a hacer líder de otro pueblo mejor”.
"No, no, si borras a este pueblo, me borras a mí también”. ¡Ánimo! En la oración con coraje. Rezar con coraje. "Todo lo que ustedes pidan en mi nombre, si lo piden con fe, y creen que lo tienen, ya lo tienen”. ¿Quién reza así? ¡Somos flojos! El coraje, ¿no? Y después el aguante. Aguantar las contradicciones. Aguantar los fracasos en la vida. Los dolores, las enfermedades, no sé, las situaciones duras de la vida. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 25 de octubre de 2014).
Reflexión