Lecturas para este día: Tobías 1: 3. 2: 1-8. Marcos 12: 1-12.
¨… Por último envió a su hijo, pensando: A mi hijo le respetarán. Pero cuando los campesinos lo vieron dijeron: Es el heredero, vamos a matarlo¨. Marcos 12: 1-12.
Un día, al atardecer, un campesino se sentó frente a su humilde casa a gozar de la frescura de la tarde. Muy cerquita de allí pasaba un camino que llevaba a la ciudad; y un hombre que pasaba por ahí vio al campesino y pensó: ¨Este hombre ha de ser un ocioso, no ha de trabajar, se la ha de pasar todo el día sentadote en esa silla junto a su casa…¨. Un poco después, pasó otro caminante. Este pensó: ¨Este hombre es un Don Juan. Se sienta aquí para poder ver a todas las muchachas que pasan por aquí y molestarlas o lanzarles algunos piropos…¨. Por fin pasó otro caminante también con rumbo al pueblo que pensaba entre sí: ¨Este hombre ha de ser muy trabajador. Debe haber trabajado todo el día y ahora goza de un merecido descanso…¨.
En realidad no podemos saber mucho acerca de aquel campesino sentado fuera de su casa. Pero, al contrario, si podemos decir muchas cosas acerca de aquellos tres caminantes: El primero era un ocioso, el segundo un malpensado y el tercero un gran trabajador. ¨¡ …
Todo lo que hablas dice algo de ti mismo; sobre todo cuando hablas de los demás!¨. Así nos pasamos la vida hablando de cómo culpar a los demás de nuestros errores o defectos, de nuestra pereza y poco interés para esforzarnos en conseguir algo duradero y permanente en la vida. Lo mismo que con los demás, lo hacemos con Dios; no creemos en sus promesas de amor, de que estará con nosotros siempre, de que su amistad y presencia en nuestras vidas es lo mejor que podemos tener, y por ello, mejor lo excluímos de mil maneras de nuestra vida… ¿O no?
Del Salmo 111: Dichosos los que temen al Señor.
Reflexión y comentarios…