Lecturas para este día: Génesis 41: 51-57.42: 5-7. Mateo 10: 1-7.
¨Jesús, llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia¨. Mateo 10: 1.
Jesús elige a sus ¨Doce¨ Apóstoles, sus colaboradores, sus enviados a continuar con su misión de llevar a todos su mensaje de salvación. Comparten sus mismos ¨poderes¨ y su misma ¨suerte¨.
Ahora nosotros sabemos que por el bautismo Jesús nos ha hecho sus apóstoles en el mundo. Y para cumplir nuestra misión será indispensable nuestra comunión con él a través de la oración. Porque quien evangeliza sin rezar, terminará por no evangelizar.
No sólo olvida cargas sus baterías; lo que hace es hundirse en la hipocresía. ¿Cómo podrá hablar de alguien como de una persona viva y viviente, si no se dirige nunca a él?
Quien dice de Dios ¨él¨ sin jamás decir ¨tú¨, está olvidando poco a poco los rasgos del rostro de Dios. Llegará pronto el día en el que Dios no será más que una idea, y en seguida una palabra solamente. Lo que sucede es que ya desde el principio hay un error de lógica. Es imposible hablar concretamente de un Dios a quien no se habla jamás.
Una de las grandes lecciones del Padre de Foucauld es que no habla nunca de Dios, sino que habla siempre a Dios. El culmen de la revelación de Jesús está en esa oración sacerdotal en la que él nos hace testigos de su diálogo con el Padre. Sólo la oración puede hacer que nuestra fe sea auténtica y concreta. Sin ella, incluso nuestra acción será incapaz de concretar nuestra fe no de dar testimonio de Dios.
La idea de Dios, separada del diálogo con El, no se concreta, aunque la rodeemos de múltiples acciones a nivel temporal. La
¨vivencia¨ de la evangelización no lleva consigo únicamente el acercamiento entre los hombres, implica al mismo tiempo el diálogo con Dios.
Reflexión y comentarios…