Al que mucho se le da, se le exigirá mucho! Lucas 12: 39-48.
Mañana en la mañana abriré tu corazón le explicaba el cirujano a un niño. Y el niño interrumpió:
– ¿Usted encontrará a Jesús allí?
-Cortaré una pared de tu corazón para ver el daño completo.
-Pero cuando abra mi corazón, ¿Encontrará a Jesús ahí?, volvió a interrumpir el niño.
-Cuando haya visto todo el daño allí, planearemos lo que sigue, ya con tu corazón abierto.
El cirujano no toleró más los insistentes comentarios y se fue. En tono triste dijo:
-Muerte dentro del primer año: ¿Por qué? Preguntó en voz alta ¿Por qué hiciste esto a él? Tú lo pusiste aquí, tú lo pusiste en este dolor y lo has sentenciado a una muerte temprana.
De pronto, Dios, nuestro Señor le contestó: El niño, mi oveja, ya no pertenecerá a tu rebaño porque él es parte del mío y conmigo estará toda la eternidad, ya no tendrá ningún dolor, será confortado y un día estará con sus padres. Hace unos años envié una oveja mía con dones de doctor para que ayudara a sus hermanos, pero con tanta ciencia se olvidó de su Creador. Así que envié a mi otra oveja, un niño enfermo, no para perderlo sino para que regresara a mi aquella oveja perdida hace tanto tiempo.
El cirujano lloró y lloró inconsolablemente. Días después, luego de la cirugía, el doctor se sentó a un lado de la cama del niño; mientras que sus padres lo hicieron frente al médico. El niño despertó y murmurando rápidamente preguntó:
-¿Abrió mi corazón?
-Si – dijo el cirujano
-¿Qué encontró? Preguntó el niño.
-Tenías razón, encontre allí a Jesús… !!!