Lecturas para este día: Romanos 6: 19-23. Lucas 12: 49-53.
¡Dichoso el hombre que confía en el Señor!¨. Salmo 1.
Celebremos hoy a San Juan Pablo II, y transcribimos la Homilía al comienzo de su Pontificado (22/OCt/1978) esta oración fervorosa, humilde y confiada:
¡Oh Cristo! ¡Haz que yo me convierta en un servidor, y lo sea, de tu única potestad! ¡Haz que yo sea un siervo! Más aún, siervo de tus siervos. ¡Hermanos y hermanas! ¡No tengáis miedo a acoger a Cristo y aceptar su potestad! ¡Ayudad al Papa y a todos los que quieren servir a Cristo, servir al hombre y a la humanidad entera! ¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo! Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y políticos, los extensos campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo. ¡No tengáis miedo! Cristo conoce ¨lo que hay dentro del hombre¨. ¡Sólo Él lo conoce!. Con frecuencia el hombre actual no sabe lo que lleva dentro, en lo profundo de su ánimo, de su corazón. Muchas veces se siente inseguro sobre el sentido de su vida en este mundo. Se siente invadido por la duda que se transforma en desesperación. Permitid, pues -os ruego, os lo imploro con humildad y con confianza-, permitid que Cristo hable al hombre. ¡Sólo Él tiene palabras de vida, sí, de vida eterna!
Del Salmo 1: Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni entra en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.
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