Aida
Como cristianos, afirmamos que en Jesucristo hemos encontrado la paz. Sin embargo, a pesar de nuestra fe, vivimos en confusión, ansiedad y una batalla interior por la autoestima y la aceptación. Cuando no nos gusta la forma en que otros nos tratan, vamos a la batalla. No sabemos cómo vivir en paz.
Esto sucede porque estamos tan ocupados preocupándonos por las obligaciones y ajetreos de nuestras vidas, que nos olvidamos de la fiesta que está dando Jesús. La lectura del Evangelio de hoy nos enseña que sólo encontramos verdadera felicidad, cuando aceptamos la invitación del Señor a cenar con Él -- es decir, cuando nos tomamos tiempo para disfrutar de su compañía y le permitimos que nos alimente. La Misa es un ejemplo de este tipo de banquete, pero la invitación es para todos los días, todo el día.
No podemos probar un bocado de la bondad de Dios mientras estamos demasiado ocupados o demasiado distraídos como para detenernos, sentarnos, charlar y cenar con Él. Necesitamos tiempo a solas con Dios, y nuestras fiestas privadas con Él deberían incluir cuatro etapas, si queremos experimentar una vida de paz.
1. Detente. Hazte el tiempo para aceptar la invitación de Cristo para cenar con Él (el tiempo necesario no existirá, salvo que tú te hagas ese tiempo).
2. Siéntate. Deja de lado todas las distracciones, todas las excusas y razones para hacer alguna otra cosa durante este momento. Enfócate en Dios y en tu relación con Él. Porque si no, aun cuando estés sentado en tu banco durante la Misa, no estarás sentado con Jesús.
3. Conversa. Dile a Jesús que lo amas. Agradécele por ser tan bueno contigo. Descarga en Él la carga de tus preocupaciones, problemas, luchas internas, etc., pero no te olvides de charlar de las cosas buenas también. Después de todo ¿cómo te sientes tú cuando un amigo sólo habla de sus problemas y quejas? Sé un amigo para Jesús, conversando con Él sobre tus alegrías y bendiciones y de aquellos pensamientos que son agradables de escuchar.
4. Cena. Permite a Jesús que te alimente. Medita en las Escrituras o conversa sobre lo que leíste recientemente en algún libro que te está ayudando a crecer espiritualmente. Déjalo alimentar tus sueños, esperanzas y deseos, así como tu hambre de amor y aceptación.
Si haces esto diariamente, las cargas se tornarán más livianas y las preocupaciones menos amenazantes. Tu autoestima crecerá, a medida que vayas experimentando la aceptación de Dios hacia ti y Su cariño por ti. Serás más consciente de los dones que te ha dado y serás inspirado por el Espíritu Santo para usar esos dones. Identificarás el propósito -- la importancia -- de tu vida di |