Lecturas para este día: Hechos 11: 19-26. Juan 10: 22-30.
¨¿ Hasta cuándo nos vas a tener en dudas ? Si tú eres el Mesías, dínoslo de una vez. Jesús les contestó: Ya se los dije y no me creyeron. Las cosas que yo hago con la autoridad de mi Padre lo demuestran claramente; pero no creen porque no son de mis ovejas. Mis ovejas reconocen mi voz, yo las conozco y ellas me siguen¨. Juan 10: 24-27.
Es costumbre que las familias adornen las paredes de los hogares con imágenes religiosas; entre ellas, con mucha frecuencia, la del Sagrado Corazón, o sea la de Jesús. Y hasta sienten temor o remordimiento de conciencia si se les pasa el tiempo y no han traído la imagen que habían decidido colocar. Qué fácil fuera nuestra religión, si la presencia y el reconocimiento de Jesús, se redujera a una imagen que colgamos de un clavo en la pared. No es así. Con imágenes o sin ellas nuestra religión cristiana debe ser siempre un reconocimiento interno y profundo de Jesús, que nos haga ser fieles al cumplimiento de sus deseos y de sus preceptos.
No existe diferencia entre aquel que rechaza a Jesús como su Libertador y Mesías, y el que dice aceptarlo pero no vive conforme a las enseñanzas marcadas en el Evangelio.
No todos los que me dicen: Señor, Señor, entrarán en el reino de los cielos, sino solamente los que hacen la voluntad de mi Padre Celestial. Mateo 7: 21.
Los judíos no doblegaron la soberbía de su mente ante la evidencia de los milagros de Jesús, para reconocerlo y aceptarlo. Pero de nada nos serviría a nosotros decir que lo aceptamos, y seguimos nuestros propios caminos en la vida, no los del Señor. Ojala merezcamos ser contados entre las ovejas de Jesús, en su rebaño eterno.
Del Salmo 86: Alaben al Señor todos los pueblos.
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