Si la oración se hace en la tarde:
Estamos reunidos, Señor, para reconocer tu amor que nos sostiene en el don de la vida… y para reconocer tu bondad que nos colma de beneficios. En las horas que ya pasaron y disfrutamos, tuvimos la oportunidad de hacer sentir tu amor y tu bondad, a través de nuestra propia bondad, en todos aquellos que nos rodean, familiares y amigos y en nuestro mundo tan necesitado de ti y de tu amor. Este día fue un paso más hacia tu eternidad, a la que nos llamaste desde el día en que nos diste la existencia. Si lo aprovechamos, hemos guardado un tesoro. Si lo desperdiciamos… tenemos que redoblar nuestro amor en tu servicio. Que durante estos 5 minutos de oración podamos olvidarnos de los intereses humanos, para estar atentos a tu amor y a tu Palabra. Guía nuestros corazones por el camino de tu voluntad. Padre Nuestro.
Lecturas para este día: 1 Pedro 5: 5-14. Marcos 16: 15-20.
¨Jovenes, sométanse a la autoridad de los mayores. Todos deben someterse unos a otros con humildad, porque: Dios se opone a los orgullosos, pero ayuda con su bondad a los humildes. Humillense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los enaltezca a su debido tiempo. Dejen todas sus preocupaciones a Dios, porque él se interesa por ustedes¨. 1 Pedro 5: 5-7.
El ser humillado es lo más vergonzoso que nos pueda suceder, no lo soportamos, nos rebelamos en contra de aquellos que, real o supuestamente, fueron la causa de la humillación.
Y sin embargo, la humildad es reina entre las virtudes cristianas. En cambio la soberbía anidada en la mente humana, es la causa de la rebeldía, por la cual tomamos como humillación aquello que nos lastima y no nos agrada, porque contradice la presunción de la voluntad. Se nos hace sentir y creer que liberándonos de toda disciplina y de todo orden establecido nos revestiremos de grandeza y de importancia. Nada más falso. Eso es ardid y engaño del demonio, mentiroso y padre de la mentira (Juan 8: 44). La sincera humildad consiste en en colocarnos en el verdadero lugar ante los demás, aceptando el orden moral establecido por Dios en el Decálogo. Por ese orden sabemos que siempre hay alguien ante nosotros que representa y tiene autoridad y el amor de Dios para ser regidos por Dios en la vida.
Por eso San Pedro exhorta a los jóvenes: Sométanse a los mayores… Dios ayuda a los humildes… él nos enaltecerá a su debido tiempo… pues se interesa por ustedes.
La obediencia es la virtud que más ganancias resitúa en el ámbito familiar, cuando se une al respeto y disciplina cristianas fundamentadas en el amor.
Del Salmo 88: Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. Aleluya.
Reflexión y comentarios…
Oración final del día 25 al 30 de abril
San Pablo recomienda a los jóvenes someterse a la autoridad de los mayores, con humildad, porque es lo que agrada del Señor: SEÑOR, SOSTEN LA VIRTUD DE NUESTROS JOVENES.
Vivimos una época en que los jóvenes se rebelan a los buenos consejos de los mayores, porque desde niños les faltó el amor en su corazón hacia Dios. SEÑOR, SOSTEN LA VIRTUD DE NUESTROS JOVENES.
Padre, concédenos creer en las enseñanzas de Jesús, tu Hijo, para alcanzar la vida eterna. SEÑOR, SOSTEN LA VIRTUD DE NUESTROS JOVENES.
Que no nos apartemos de la luz de tu verdad, para no vivir en las tinieblas del error y la maldad. SEÑOR, SOSTEN LA VIRTUD DE NUESTROS JOVENES.
Tu bondadosa providencia, Jesús, dio a comer a una multitud en un lugar apartado; que no nos falte a nosotros la bondad de tu misericordia. SEÑOR, SOSTEN LA VIRTUD DE NUESTROS JOVENES.
Que la multiplicación de los cinco panes para saciar a la multitud, nos recuerde el Pan de tu Cuerpo, que es nuestro alimento para alcanzar la vida eterna. SEÑOR, SOSTEN LA VIRTUD DE NUESTROS JOVENES.
Los apóstoles eligieron de entre los primeros creyentes, ayudantes que prestaran los servicios de caridad, para dedicarse ellos a la evangelización. Que nuestros corazones estén dispuestos a servir siempre dentro de nuestras comunidades. SEÑOR, SOSTEN LA VIRTUD DE NUESTROS JOVENES.
Se pueden agregar otras peticiones…
OREMOS: Padre misericordioso, te pedimos que nuestro ser y nuestro nombre de cristianos, en verdad lo sea, estando dispuestos a cumplir tus deseos y tu voluntad, en servicio de nuestros hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.