Jueves 5 de mayo de 2016
Si la oración hace en la mañana:
Nos ponemos en tu presencia, Dios bondadoso y Padre Nuestro. Te agradecemos que nos hayas dejado empezar el presente día, pues despertamos, una vez más, al conocimiento de nuestra propia existencia… que tu amor nos concede y sostiene. El saber que existimos es el don más grande de tu bondad. ¿De qué nos serviría existir, ante tu presencia, si no estuviéramos conscientes de ello? Además, nuestra vida está profundamente unida a la tuya, por el gran amor del cual nos has hecho participar… de tu amor no podemos dudar. Es el nuestro hacia ti… el que falla con mucha frecuencia. Nos disponemos, ante la grandeza de tu majestad, a los 5 minutos de oración. Te pedimos que des fuerza a la debilidad de nuestra mente y enciendas el fuego de tu amor en nuestros corazones. Padre Nuestro…
Si la oración se hace en la tarde:
Estamos reunidos, Señor, para reconocer tu amor que nos sostiene en el don de la vida… y para reconocer tu bondad que nos colma de beneficios. En las horas que ya pasaron y disfrutamos, tuvimos la oportunidad de hacer sentir tu amor y tu bondad, a través de nuestra propia bondad, en todos aquellos que nos rodean, familiares y amigos y en nuestro mundo tan necesitado de ti y de tu amor. Este día fue un paso más hacia tu eternidad, a la que nos llamaste desde el día en que nos diste la existencia. Si lo aprovechamos, hemos guardado un tesoro. Si lo desperdiciamos… tenemos que redoblar nuestro amor en tu servicio. Que durante estos 5 minutos de oración podamos olvidarnos de los intereses humanos, para estar atentos a tu amor y a tu Palabra. Guía nuestros corazones por el camino de tu voluntad. Padre Nuestro.
Lecturas para este día: Hechos 18: 1-8. Juan 16: 16-20.
¨Estarán tristes, pero su tristeza se convertirá en alegría¨.
En un hermoso jardín, todo tipo de árboles todos eran muy felices, excepto por uno muy triste, porque no sabía quién era. Te faltaba concentración, le decía el manzano. No lo escuches, exigía el rosal, es más sencillo tener rosas y ¿ Ves, qué bellas son ? Y el árbol desesperado intentaba todo, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado. El búho, la más sabía de las aves, al ver la desesperación del árbol, exclamó: – No te preocupes, tu problema no es tan grave. Es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. Te daré la solución: No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas, sé tú mismo, conócete y, escucha tu voz interior. – Todo eso, se lo preguntaba el árbol desesperado, cuando, de pronto, comprendió… Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior: Tú jamás darás manzanas, ni florecerás cada primavera. Eres un roble y tu destino es crecer grande y majestuoso, dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje… Tienes una misión: Cúmplela. Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado. Así, pronto llenó su espacío y fue admirado y respetado por todos. No permitamos que nada ni nadie nos impida conocer y compartir la maravillosa esencia de nuestro ser. Démonos ese regalo a nosotros mismos y también a quienes amamos.
Del Salmo 97: El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad. Aleluya.
Reflexión y comentarios…
Oración final del día 1 al 8 de mayo
Les ofrecemos en este mes dedicado de una manera especial a la Virgen María, algunas oraciones para que les ayuden en su devoción.
Madre, vengo del tumulto de la vida. El cansancio me invade todo mi ser. Es tan difícil aceptar con paz todo lo que sucede alrededor de uno durante una jornada de trabajo y lucha… Las cosas en las que habíamos depositado tanta ilusión, decepcionan… Las personas a las que queremos entregar bondad, nos rechazan y aquellas otras a las que acudimos en una necesidad, intentan sacar provecho. Por eso vengo a Tí, Oh Madre, porque dentro de mí camina un niño inseguro, pero junto a ti me siento fuerte y confiado. Solo el pensar que tengo una madre como tú, me dá ánimo. Me siento apoyado en tu brazo y guiado por tu mano. De esta manera, puedo con tranquilidad, retomar el camino. Renuévame por completo para que consiga ver lo hermoso de la vida. Levántame para que pueda caminar sin miedo, dame tu mano, para que acierte siempre con mi camino.
Dame tu bendición, para que mi presencia, sea, en medio del mundo, un signo de tu bendición. Amén.
(P. Ignacio Larrañaga)
A Ti que eres la Madre, que amas con ternura, venimos a ofrecerte nuestra vida y a decirte que te amamos; que somos tus hijos que confiamos en el poder de tu protección. Llévanos sobre tu corazón junto al Niño que descansa en tus brazos, consuélanos en la aflicción, fortalécenos en la tentación. Haznos crecer en la fe, en la esperanza, y en el amor a Dios y a los hermanos. Conserva en nuestro interior la alegría de ser hijos de la Iglesia. Impúlsanos para que seamos entusiastas evangelizadores del Reino. Y que tu bendición nos acompañe, Madre, hasta ver la hermosura de Dios en el Cielo. Amén