TÚ...
Señor, Señor.
Tú antes, Tú después,
Tú en la inmensa hondura del vacío y en la hondura interior…
Tú en la aurora que canta y en la noche que piensa…
Tú en la flor de los cardos y en los cardos sin flor…
Tú en el cenit a un tiempo y en el nadir…
Tú en todas las transfiguraciones y en todo el padecer…
Tú en la capilla fúnebre y en la noche de bodas…
¡Tú en el beso primero,
Tú en el beso postrero!
Tú en los ojos azules y en los ojos oscuros…
Tú en la frivolidad quinceañera,
y también en las grandes ternezas de los años maduros…
Tú en la más negra cima…
Tú en el más alto edén…
Si la ciencia engreída no te ve, yo te veo;
si sus labios te niegan, yo te proclamaré.
Por cada hombre que duda, mi alma grita:
“Yo creo”
¡Y con cada Fe muerta,
se agiganta mi Fe!