Acostumbrado a verte reír todas la mañanas,
a sentir tu cabello alejarse
lentamente de mi almohada,
al delicado aroma de la seda
con la que ligeramente cubres tu cuerpo
la suavidad con la que atas
tu cabello a esa cinta dorada,
que enloquece mis sentidos y
me impide exigirte fidelidad.
Como es que tienes el control de mis acciones
que mis palabras siendo creadas rudas
son proferidas dulces para ti,
en el cimiento de mis sueños
están tus caprichos y tus engaños,
tus mentiras me resultan agradables
cuando obtengo a cambio
una apasionada reconciliación.
Y tú lo sabes y sonríes en silencio
comprendes mi dolor y lo curas con un beso
una caricia, una mirada, un
¡Quizás sea mejor dejarnos!
y es ahí cuando todo dolor pasa
y me centro en la angustia
ninguna felicidad sería esperada
no existiría un buen momento.
Prefiero el dolor y tus traiciones
a una fingida felicidad, lejos de ti
lejos de tu alma y de tu ser
lejos del café cada mañana
el pasear silencioso por el patio
el cubrir tu cuerpo con mis brazos
bajo la puesta de sol.
Jenny B.