El hombre lisiado no le pidió a Jesús que lo sanara. Fue la total decisión de Jesús. Aparentemente, el pobre hombre todavía no había oído hablar Jesús, como lo evidencia su respuesta sobre necesitar a alguien que lo introduzca en la fuente.
¿Por qué se enfocó Jesús en este hombre en medio de una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados? Tal vez era el que más tiempo había estado enfermo. Tal vez tenía más amor a Dios que los demás. Tal vez el Padre tenía un plan especial para su vida. No lo sabemos, pero cualquiera haya sido la razón, Jesús notó sus necesidades y disposición para ser sanado, entonces tomó la iniciativa y llegó hasta el hombre.
No sabemos por qué Jesús elige a algunos de nosotros de entre la multitud. Cuando toma la iniciativa para darnos algún don, sanación, vocación u otra bendición, todo lo que podemos hacer es confiar en su sabiduría y aceptar lo que hace y alabarlo por ser tan bueno con nosotros.
Jesús sabía de las consecuencias de invitar al hombre paralítico a recibir su don de sanación: ambos, él y el hombre, serían condenados por pecadores. ¿Has estado alguna vez en esa clase de situación? Jesús te ayuda, pero ¿esto crea una reacción de los demás que arruina tu alegría? ¿O ser las manos de Jesús, respondiendo a las necesidades de los demás, resulta contraproducente con punzante crítica?
Esto es amor compasivo -- estar unido a la Pasión de Cristo. Por compasión, contactamos a las autoridades cuando vemos niños siendo abusados, aunque sus padres puedan tomar represalias. Por compasión llevamos comida a un vecino enfermo, aunque su enfermedad lo está poniendo malhumorado y bien podría sacarnos corriendo. Por compasión defendemos a alguien que fue malinterpretado y rechazado, aunque seamos el próximo objetivo de la condenación. Por compasión defendemos a los empleados que están siendo maltratados por sus jefes, aunque seremos menospreciados o echados o puestos en la lista negra por remover el problema.
¿Correcto? Bueno, ¡nunca pienses que Dios no se preocupará por ti si trabajas duro por su reino!
Hacer menos no es de Cristo. Cuando somos clavados por hacer buenas obras, estamos siendo verdaderamente como Jesús. Estamos llevando nuestra compasión todo el trayecto hasta la cruz. En realidad, es la compasión de Cristo. Nuestra compasión es la suya. Nuestras cruces son la suya. Estamos íntimamente unidos a él cuando sufrimos por amor.
Atrévete a seguir tu corazón hasta donde otros necesiten el toque amoroso de Jesús. Busca oportunidades de ser Jesús para los demás de maneras que antes habías evitado. Extiende tu habilidad para enfrentar la cruz, porque amas tanto a los demás.