No siempre tenemos éxito en nuestros esfuerzos para ayudar a los demás a crecer más cerca de Cristo, o en nuestro deseo de cambiar nuestra parroquia o lugar de trabajo, porque la voluntad de Dios no se cumple. Dios no nos está pidiendo que lo hagamos. A veces, lo único que Él quiere es que sembremos semillas, para que otros las fertilicen y otros las cosechen.
Observa qué te está frustrando hoy. ¿Sabes si Dios te está pidiendo irte o quedarte?
Jesús lo deja claro en la lectura del Evangelio de hoy que primero tenemos que tratar - es nuestra responsabilidad, nuestra misión como miembros del Cuerpo de Cristo. Y si el mensaje que Él nos da para compartir es rechazado, ya no deberemos seguir intentando. Él no nos está diciendo que renunciemos; Él dice: "No impongan a Dios y a la Iglesia en aquellos que no están listos para escuchar la verdad."
Forzarlos no es amarlos, es hacerlos menos. Recuerden, Dios nunca nos obliga a hacer las cosas que nos pide. Y el Papa Francisco nos recuerda constantemente que tenemos que ser una Iglesia que sane las heridas y caliente los corazones, en lugar de una fuerza sentenciosa que condene y aleje a la gente.
Sea a donde sea que nos envíe Jesús para proclamar el Reino de Dios, tenemos que poner atención si los que escuchan están abiertos a recibir la verdad. Si no lo están, nuestra responsabilidad termina ahí, porque les hemos dado a conocer la verdad; es responsabilidad de ellos ahora, actuar conforme a lo que oyeron.
Para discernir de manera correcta si es el momento de seguir adelante, tenemos que preguntarle al Espíritu Santo si lo que estamos haciendo ha sido por encargo de Dios o si ha sido idea nuestra. Si fue idea de Dios, entonces tenemos que preguntar si todavía es lo que quiere que hagamos.
Mantén tu mirada en Jesús y pon atención a las oportunidades hacia donde Él te guía. Mira a Jesús tocando a la puerta de los corazones de las personas. Cuando una puerta se abre, entra. Si la puerta se cierra, ten en cuenta que, o bien Jesús te ayudará a encontrar un pasaje secreto que te permitirá entrar, o te dirá que te limpies tus zapatos de la suciedad de la vida de esa persona y te guiará para salir de ahí.
Si lo último es verdadero, Dios ya tiene. ¡Este no es el plan de Dios! otro plan en mente para esa persona, y si seguimos tocando a su puerta, lo que haríamos es interponernos en su camino. Y si tocamos con más fuerza, nuestra mano nos empezará a doler, y entonces golpearemos la puerta con nuestra cabeza y tendremos un dolor de cabeza
Seguir adelante podría querer decir, literalmente, irnos, o podría significar que tenemos que re direccionar nuestros esfuerzos hacia otras personas y otros ministerios, mientras nos quedamos, oramos calladamente y brindamos amor incondicionalmente. Si no estás seguro qué tienes que hacer, habla con un director espiritual o un consejero Cristiano.