Parte 18
Cuando empezamos a notar que algo no está funcionando bien en nuestra vida en el aspecto material, físico, sentimental o emocional de acuerdo a las expectativas que nos forjamos en nuestra familia, en el trabajo o profesión, en lo social, o en nuestra fe en función de nuestros logros materiales, es cuando comenzamos a cuestionarnos: ¿con qué propósito hemos puesto nuestro mejor empeño en el afán de conseguir con esfuerzo, trabajo, sacrificio, o con otros medios, todo lo que necesitamos para satisfacer las necesidades en nuestra vida personal y familiar, y de ser posible, obtener aún mayores para satisfacer nuestras ambiciones materiales.
¿Con qué propósito?, si cuando miramos con cuidado nos damos cuenta de que todo ese afán nuestro por tener cada vez mayores logros materiales, alcanzados o no, lo que hemos conseguido no es ni remotamente lo que habíamos esperado de ese esfuerzo, y si queremos empezar a reflexionar como creyentes en Jesús sobre lo que ha pasado con y en nuestra vida, empecemos por ubicarnos dentro de cualquier condición anterior, y si nos encontramos en la primera o tercera condición, esforcémonos en buscar al Yo-Soy, al Yo verdadero que realmente habita en nosotros, para que reconozcamos, que todo lo que necesitamos para vivir plácidamente en este mundo material en el que coexistimos todos con todo lo creado, en el cristiano, depende única y exclusivamente de la alimentación que reciba nuestro espíritu de acuerdo a las enseñanzas que Jesús nos regala a través del estudio y la meditación y la reflexión en su Palabra.
Dios puso a nuestra disposición las herramientas necesarias, para que por medio de ellas podamos encontrar y obtener poco a poco y mediante el uso adecuado de las mismas, el conocimiento espiritual positivo para encontrar respuestas a nuestras inquietudes personales, ya que por estar sumidos en nuestra conciencia tradicional, no nos hemos permitido conocer de nuestra consciencia espiritual en la forma correcta para saber que es ahí, el lugar exacto donde se nos permitirá encontrar y adquirir el conocimiento y la sabiduría que viene y proviene de Dios para ser aplicados en nuestras vidas.
Es nuestra responsabilidad poner en acción y en la forma correcta todas esas herramientas y facultades con las que Dios Altísimo nos proveyó para llevar a efecto su plan divino, el cual nos será revelado en toda su magnitud, cuando, a través de nuestro libre albedrío llevado a su nivel espiritual, se rinda nuestra voluntad a la voluntad de Dios, misma de la que solamente empezaremos a conocer, cuando, a través de nuestro espíritu, entremos a la frecuencia divina que nos conectará directamente con el Yo Soy Único y Verdadero para absorber todo lo que Él tiene para nosotros.