Parte 39
Lo que pasa, es que el hombre aún cuando se diga cristiano, siempre ha mostrado poco o nulo interés en la lectura, estudio y meditación de su Palabra en el Nuevo Testamento, y se ha conformado con creer que existe un Dios en Santísima Trinidad que todo lo puede, que todo lo sabe, y que nos ama sin condiciones. Esta forma tradicional de ver las cosas de Dios, nos ha estado desviando en una manera preocupante de la verdadera esencia espiritual de la Palabra de Dios a través de Jesús, ya que nos hemos dejado conducir por senderos más largos para tratar de conocer nuestra verdad existencial según el Nuevo Testamento, y además, nos anima a hablar de lo que ignoramos profundamente.
Así es, mucha gente cree en Dios de acuerdo a la religión que profese, o a los estudios a los que haya tenido acceso, pero la verdad, es que no sienten ninguna comunicación fluida y constante, así como tampoco ninguna relación auténtica con El. Esto se debe primordialmente a que nuestra educación y relación materialista es tan poderosa que nuestra mente fue educada para limitar, y aún anular de nuestro ser, todo acercamiento espiritual con Dios que no sea en la forma tradicional autorizada por el hombre, lo que nos impide ver, que a través de guardar fidelidad a la Palabra de Jesús, descubriremos las riquezas espirituales sin fin por medio de las cuales recibiremos la provisión a todas nuestras necesidades.
Normalmente nosotros como seres humanos pensamos que somos los únicos que podemos forjar el futuro con nuestras propias fuerzas aprovechando a lo máximo las enseñanzas que recibimos de cualquier manera en lo familiar, escolar, profesional, o en las diferentes actividades productivas en que nos involucramos, las cuales, al realizarlas con dinamismo, empuje, y verdaderos deseos de salir adelante, nos van arrojando resultados que nos acercan poco a poco a nuestro propósito material, lo que nos hace pensar que estamos ubicados en el camino correcto ya que nuestro entusiasmo es tan grande, que todo, a pesar de cualquier problema o circunstancia adversa, lo vemos de una manera tan especial, ya que creemos, que si estamos logrando lo que nos hemos propuesto, es porque Dios así lo ha dispuesto, y eso es lo que nos hace creer que todo lo que pensamos, decimos o hacemos está bien, por lo que la mayoría de las veces no aceptamos consejos de nadie, y mucho menos de las personas a quienes en verdad les importamos. Así que rechazamos toda observación en contra, observación que tal vez nos regresaría a la realidad para poner nuevamente los pies sobre la tierra y quitarnos todo ese humo, todas esas tinieblas que nublan nuestra mente espiritual, ya que no queremos que se nos diga, que todo lo que hemos logrado hasta ahora, nuestros éxitos, nuestros tropiezos, y por qué no decirlo, hasta nuestras pequeñas derrotas en la batalla de la vida, no son sino sólo la forma de prepararnos para entender, que en nuestra existencia todo tiene un orden y un propósito, pero un orden y un propósito divino, no es esa lucha diaria que en el mejor de los casos, sirve para demostrarnos a nosotros mismos y demostrarle a los demás lo que según nosotros valemos, ya que la identificación que buscamos a través de nuestros logros mundanos, de nuestro acervo cultural, y de nuestra actitud de autosuficiencia, sean las que sirvan de referencia para que se nos reconozca en este mundo en el que vivimos; pero, si permitimos y dejamos que nuestro libre albedrío libere la puerta de nuestra mente espiritual, nos daremos cuenta, de que de ese orden y ese propósito divino que no queremos conocer, es el que haría que escucháramos de aquellos, que verdaderamente desean nuestro bienestar, las observaciones hechas en contra de nuestras actitudes para poder analizarlas, y en su caso, rectificarlas para que así pueda haber un cambio positivo en ellas, eliminando ese desprecio y ese rechazo a todo lo que nos sugiera que no estamos tan bien como creemos estar.