Parte 42
Partamos de la base de que todos somos capaces de lograr lo que nos proponemos por muy difícil que parezca, siempre y cuando pongamos el empeño y el esfuerzo suficiente para conseguirlo. ¿Cómo lograremos esto? En realidad pareciere que no es muy difícil de hacerlo, ya que tenemos en nuestro cuerpo el más sofisticado y perfecto mecanismo jamás conocido, ese mecanismo que nos permite hacer de nosotros unos verdaderos y auténticos triunfadores y unos verdaderos seres humanos naturales y espirituales en todos los aspectos de nuestra vida; o por el contrario, nos puede convertir en unas personas sin grandes aspiraciones, lo cual nos conducirá a ser conformistas, y que sin duda nos mantendrán más que a muchos en el filo de lo bueno y de lo malo, o peor aún, puede convertirnos en unas personas carentes de todos los valores humanos naturales y espirituales, es decir, valores morales, familiares, sociales, éticos, religiosos, afectivos, etc. convirtiéndonos en unas personas negativas y egoístas que solo pensamos en nosotros mismos como merecedores de todo lo bueno, y no como los verdaderos responsables de lo negativo que nos pasa, y esto se da por nuestro descuido e ignorancia espiritual con respecto a ese maravilloso mecanismo que es el cerebro. Así es, nuestro cerebro es tal vez la parte más importante de nuestro organismo, ya que nuestro cuerpo responde a todas y cada una de las órdenes emitidas por él, de tal manera que no es posible hacer nada bueno o malo si nuestro cerebro no nos trasmite la orden de hacerlo, ya que nuestro cerebro es el receptor del cual nuestra mente en el alma se vale para transmitir todo lo que ésta disponga de acuerdo a su condición tradicional y materialista, por lo consiguiente, nos da la capacidad de pensar, de razonar, de analizar, de definir y de realizar cualquier cosa buena o mala, dependiendo de lo que dicte nuestra conciencia natural, esa que nos dice del bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar pero sin tomar muy en serio el poco o mucho sentido o conocimiento que creemos tener de Dios.
Para actuar siempre en forma positiva, necesitamos por fuerza que aprender a cultivar en nuestros surcos cerebrales, a través de nuestra mente, la semilla del árbol de los Dones y el Fruto del Espíritu formado por el amor, la fe, la paciencia, la prudencia, la esperanza, la templanza, la inteligencia, la sabiduría, la obediencia, etc., y mucho más que nos será otorgado a través del discernimiento espiritual bíblico, regando esa semilla con el agua fresca del perdón otorgado a nuestros semejantes, y el perdón solicitado con sincero arrepentimiento. Esta semilla deberá ser abonada, regada y cultivada con amor, esmero y dedicación para que brote ese bello árbol con hermosísimas flores de mil colores y estas puedan dar el Fruto precioso en abundancia y podamos cosechar y compartir a su debido tiempo, los beneficios que nos pertenecen por derecho propio, que a través del esfuerzo, trabajo y dedicación le hayamos puesto a esa siembra espiritual, lo que nos permitirá también poco a poco, abrir la puerta de la Mente de la Sabiduría de Dios para aprender en forma conveniente a guardar y a enseñar a cumplir lo que Jesucristo nos manda como la voluntad de Dios.