Parte 58
Así, que sería prudente y prestarle atención a la invitación hecha a través de estas reflexiones para reflexionar y meditar profundamente en el Nuevo Testamento, ya que al aceptarla y perseverando en la oración, podremos conocer, cada uno en forma personal, el motivo y el significado real de nuestra existencia.
Pues bien, después de recordar o de conocer lo anterior, recordemos también confirmar que tenemos algo precioso, sumamente especial e insustituible que Dios nos otorgó para cultivar las funciones físicas, mentales, materiales y espirituales; y esto es, nuestro Jardín del alma o cerebro humano.
Tenemos que reconocer, entender y aceptar en la forma correcta, que debemos cultivar este jardín del alma con las herramientas con que Dios nos proveyó, para que además de cultivarlo para efectuar las funciones físicas, materiales y naturales del hombre, cultivemos correctamente la semilla de la fe de Dios en nuestro Señor Jesucristo, para efectuar todas y cada una de las funciones de altura para las que originalmente fueron preparados los surcos cerebrales en el Jardín del alma.
Cuando comencemos a cultivar la semilla de la fe de Dios regándola y abonándola con amor a través de la Palabra de Nuestro Señor Jesucristo, estaremos recuperando esas funciones de altura porque nuestra mente estará siendo cautivada por la Mente de Dios, y nuestro ser empezará a ser dirigido hacia su condición espiritual para ser restablecido el orden y propósito de Dios en nosotros, porque cuando nos interesemos en leer, estudiar y meditar la Palabra de Jesús, iremos siendo convencidos de despojarnos de toda la ignorancia que padecemos en el conocimiento espiritual, ignorancia que hemos heredado al seguir con las tradiciones de hombre; pero, al decidirnos a sacudir de nosotros toda esa cruel herencia de ignorancia espiritual, nos iremos acercando paulatinamente a conocer el verdadero motivo fundamental de nuestra existencia.