Parte 78
Su palabra nos dice:
"no juzguen y no serán juzgados: no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará; recibirán una medida bien llena, apretada y rebosante; porque con la medida que ustedes midan serán medidos."
Lucas. 6: 37,38
Que Palabras tan hermosas y a la vez tan terribles, porque el final del versículo resume de una manera en la que solamente la Mente de Dios puede hacer esa observación precisa, puesto que nos enseña, que para recibir tenemos que dar, ¿y que recibiremos a cambio?, recibiremos más, mucho más de lo que demos, es decir, si damos ofrendas y limosnas, es decir, alimento o cualquier ayuda para solventar cualquier necesidad a quien lo solicita o a quien lo necesita, esa actitud nuestra sin duda hará que seamos recompensados a su tiempo más que generosamente, pero cuidado, si lo que damos lo condicionamos a nuestro libre albedrío en el que domina nuestra conveniencia material, o nos negamos a ayudar estando en la posibilidad de hacerlo y lo que realmente damos es rechazo o indiferencia o excusas o maldiciones y chismes, y todo lo negativo que se nos pueda ocurrir; entonces también nosotros recibiremos más de lo que dimos y nada ni nadie lo podrá evitar, porque la palabra de Dios es clara y precisa cuando dice, que con la medida que midas serás medido, o sea, bien por más bien o mal por más mal; esto nos lleva a reflexionar lo que la Palabra de Jesús nos dice en los siguientes versículos:
"Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen a la puerta y les abrirán; porque el que pide recibe; el que busca halla, y al que llame a una puerta le abrirán."
Mateo. 7: 7,8
¿Que podemos discernir de todo lo anterior? Pues, que todo lo que le pidamos a Dios, El nos lo dará, pero para que así sea, deberemos buscar y hallar la Puerta que es Jesús a través de guardar y enseñar a cumplir su Palabra, y al hacerlo, podremos tocar esa Puerta de la Mente y el Poder de Dios en el Nombre de Jesús, y al invocar su Santo Nombre, esta Puerta Celestial se abrirá de par en par para pedir y recibir la herencia que El Padre tiene para todos sus hijos obedientes, título que Dios nos da al confesar con nuestra boca, que verdaderamente Jesús es el Hijo Unigénito de Dios y Señor y Salvador Personal y suficiente nuestro y el único camino para llegar al Padre guardando y enseñando a cumplir su Palabra como la voluntad de Dios.
"¿Quién de ustedes da una piedra a su hijo si le pide pan, o una culebra si le pide pescado"?
Si ustedes que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con mayor razón el Padre celestial, Padre de ustedes dará cosas buenas a los que se las pidan”
Mateo. 6: 9,11