Vida despues de la vida
Mientras tomábamos un café con mi amigo Carlos, me contó que los
médicos le habían diagnosticado una terrible enfermedad, y que tenía
pocas opciones de salir adelante.
Carlos es de esas personas a los que les cuesta creer en la
existencia de Dios y todo lo relacionado con lo espiritual, es decir, le
es difícil creer en lo que no se ve y menos en la vida después de la
muerte.
Pensé que tenía por delante una tarea muy difícil, pero que de alguna
manera me las ingeniaría para hacerle entender la existencia de Dios y
la vida después de la vida.
Se me ocurrió, que a través de algunos ejemplos, podía captar la atención de mi amigo, y comencé con una pregunta.
-¿Crees en la existencia del aire, tan necesario para nuestra vida?
-Claro, si no existiera no podríamos vivir, es muy necesario para que podamos respirar.
Vamos bien me dije.
-Entonces, sí crees que existe, ¿Por qué no me dices que forma tiene, de qué color es, podrías guardarlo en un recipiente?
Antes
que me respondiera, le di otros ejemplos: Mira, le dije, en este
momento estamos conversando, escuchamos nuestras voces pero no podemos
ver nuestras palabras. Si miramos hacia el espacio sólo vemos el cielo,
pero ¿te imaginas los miles de millones de mails, mensajes de texto,
llamadas telefónicas, fotos, informaciones, que están circulando?... si
fueran visibles, tal vez no podríamos ver el sol.
Carlos, con mirada de asombro, me preguntó:
-¿Y todo esto qué tiene que ver, qué intentas decirme con estos ejemplos?
-Que aunque haya cosas que no se ven ¡¡existen!! Y aprovechando su interés, continué diciéndole:
-Así
es Dios. Él es real, está en todo lugar, pero como el aire, no se ve.
Sólo podemos experimentar su presencia en nuestras vidas a través de la
fe. A propósito, ¿Sabes que significa esta palabra? Creer en lo que no
se ve.
En ese momento mi compañero, quiso saber sobre los misterios de la vida, y me dijo:
-Muchas
veces me han hablado que la vida continúa después de la muerte física.
He pensado mucho sobre esto, pero me cuesta creer, porque nadie ha
regresado para contarlo.
-Eso es lo que dice la mayoría de la gente,
pero yo te digo que hay un gran error en esa creencia, porque hay un
hombre que si volvió de la muerte y ese hombre se llama Jesús.
También dicen que ya pasaron más de dos mil años y tal vez lo que
dice la Biblia no sea tan real como algunos creen. Sin embargo, creemos
ciegamente en los libros que narran las vidas de Colón, Napoleón, San
Martin y tantos grandes hombres de la historia de la Humanidad, que
pasaron por este mundo hace cientos de años y damos crédito de todo lo
que han aportado y a quienes escribieron sobre sus biografías.
¿Entonces
por qué no creer que Dios vino a este mundo en la persona de Jesús para
dejarnos no sólo un mensaje de vida, sino además una esperanza de vida
eterna?
- Hasta aquí todo bien, pero ¿Cómo creer que la vida continúa, una
vez que hayamos muerto? Yo creo que mi vida se terminará cuando me
muera.
- Tu cuerpo no es tu vida, por el contrario tu cuerpo contiene la vida, esa vida que nunca deja de ser.
- Explícame, cómo es eso.
-
Volviendo a los ejemplos: la vida es como una persona que vive en una
casa muy deteriorada. Un día viene el dueño de un palacio y te dice:
tienes que venir conmigo porque esta casa ya es muy vieja y está a punto
de desplomarse. Entonces te lleva a vivir a su mansión, un lugar
asombroso.
- Estoy empezando a comprender, aunque me es difícil.
-
Claro, le contesté, con nuestra mente humana jamás vamos a poder
entenderlo, estas cosas sólo se pueden creer y comprender a traves de la
fe.
También le hice saber que si bien todos tenemos una vida, que
abandona nuestro cuerpo en el momento de la muerte, no todos vamos a
morar con Jesús eternamente. Sólo lo harán aquellos que tengan la
convicción de que Él murió en la cruz del calvario y le hayan permitido
que Él ser parte de sus vidas.
Mi amigo, que a esta altura se había convencido de mi exposición, me hizo una última pregunta:
-
Tú realmente estás convencido de esa vida en el más allá, y vives
esperanzado en esta fe, pero... ¿Qué pasaría si el día que tengas que
partir de este mundo, no existiese nada de lo que crees? ¿Cómo te
sentirías sabiendo que perdiste el tiempo?
- Si no hay nada, habré
perdido el tiempo, pero, si es cierto, habré alcanzado todas las
promesas de Dios. Ante la duda, prefiero seguir pensando y creyendo como
hasta ahora. De todas formas, vivir de acuerdo a los principios de
Dios, nunca me perjudicará ni a mí, ni a los que me rodean. Al
contrario.
-Admiro tu fe, dijo Carlos, creo que voy aplicarla.
Después de todo nosotros estamos tan limitados en nuestros pensamientos
que no vale la pena perder el tiempo en aquellas cosas que solo están en
el dominio de Dios. Creo que es hora de comenzar una amistad con Dios y
dejar de pensar humanamente.
Nos despedimos y me di cuenta que en aquel instante su cara era otra.
En él había paz y esperanza, todo lo que se necesita para enfrentar las
dificultades más duras de la vida.
«¿Por qué nos cuesta tanto creer en lo que Dios nos dice y
nos creemos cualquier cosa que otras personas cuentan, aunque sus vidas
digan todo lo contrario?» Bendiciones