Dos han sido las motivaciones que me han llevado a preparar este trabajo:
A.- Por un lado el hecho de haber redactado con anterioridad dos trabajos sobre el Patriarca José durante los años 1998 y 2001, donde profundizaba sobre las distintas teorías que se han esgrimido para ubicar a nuestro personaje en un contexto histórico del antiguo Egipto y el análisis de los elementos singulares que aparecen en la narrativa, me había dejado pendiente redactar una tercera parte de mi investigación sobre la historia de José.
B.-Por otra parte, han ejercido sobre mí una especial motivación, las
últimas observaciones realizadas por el Catedrático de Historia de
Oriente Próximo en la Universidad de Roma, Mario Liverani en su obra
“Más allá de la Biblia” historia antigua de Israel, en la cual concluye
que <
Esta datación tan tardía en la redacción y concepción de la historia de José, junto con la desvinculación del relato a Egipto que actualmente Liverani sostiene, cuando señala que “este episodio, en el que destacan los valores morales, cuenta con similitudes que se concentran todas en tiempos del imperio persa. Baste recordar la historia de Ahiqar, ambientada en la corte asiría, pero de redacción posterior, en la que se habla del sabio que asciende desde sus orígenes humildísimos al puesto de consejero privilegiado y visir de Esarhaddon. O la historia de Democedes, médico griego trasladado como esclavo hasta la corte de Darío y luego elevado a rango de comensal del rey”, es a mi entender una conclusión discutible si nos atenemos a la literatura egipcia y demás hallazgos arqueológicos. La historia de José encuentra también similitudes con otras épocas anteriores a la cautividad y desde luego no son exclusivas de Siria o Persia, sino que albergan una enorme influencia con la cultura egipcia.
El papiro egipcio d'Orbiney, que actualmente descansa en el Museo Británico, es uno de los principales ejemplos de que el relato de José (Ben Akiba) tiene una herencia egipcia. Este papiro escrito en escritura hierática y que se remonta al reinado de Seti II (XIX Dinastía) se halla actualmente en el Museo Británico de Londres. Este singular papiro se compone de diecinueve páginas, siete de ellas cuentan con nueve líneas y doce, con diez líneas. Fue redactado por un escriba llamado Ennena. El manuscrito fue adquirido por Élisabeth d'Orbiney y vendido al Museo Británico en 1857. El texto narra “la novela de los dos hermanos”; el mayor se llamaba Anubi y el menor Bata. Anubi tenía una casa y una esposa, y su hermano menor vivía con ellos en el establo. Era para ellos igual que un hijo, sacaba el ganado, les ayudaba en el campo. Cuando llegó el tiempo de arar la tierra, los dos hermanos iban a trabajar juntos, cuando se apercibieron que les faltaba más grano, Anubi envió a su hermano pequeño a la ciudad para que trajera más grano.
“¡Corre y trae simiente de la ciudad!”
“El hermano menor encontró a la esposa del hermano mayor cuando se estaba enderezando el tocado y entonces le dijo: “Levántate y dame simiente para poderla llevar al campo pues mi hermano ha dicho: ¡Date prisa y no te entretengas! “ Cargóse, pues, la simiente a la espalda y salió de casa con la pesada carga. Entonces ella le dijo: “¡Tienes mucha fuerza!, Cada día lo estoy notando... ¡ven!, ¡echémonos una hora!...Te resultará agradable y, además, te haré hermosos vestidos”.
“Pero el joven se irritó como un leopardo del Sur... debido a las malas palabras que ella le había dirigido, y entonces le contestó”: “¿Qué grosería es esta que me acabas de decir?; ¡No vuelvas a repetírmelo!, tampoco yo lo diré a nadie...”Y diciendo esto, levantó su carga y se dirigió al campo..., pero la mujer temió por lo que le había dicho. Cogió grasa y se dispuso como si hubiese sido maltratada por un atrevido. Su esposo encontró a su mujer echada...enferma como si hubiese sido víctima de un acto de violencia...Al verla así su esposo le pregunto: “¿Quién hablo contigo?, y ella contestó: “No otro, sino tú hermano menor, Cuando vino en busca de simiente...me encontró sola que estaba aquí sentada, y me dijo: ¡Ven echémonos una hora! ¡Recoge tus cabellos!, pero yo no le escuche. ¿Es que no soy como tú madre?, y tu hermano mayor, ¿no es acaso como tú padre?, así le dije. Entonces tuvo miedo y me golpeó para que nada te dijera. Si permites que él viva yo moriré. Entonces su hermano se irritó como un leopardo del Sur e hizo afilar su cuchillo...para dar muerte a su hermano menor”.
El paralelismo entre la historia de José y la seductora mujer de
Putifar, con Bata y la esposa de Anubi, es patente. Veamos un ejemplo:
(Génesis 39,7 y siguientes) “Tiempo más tarde sucedió que la mujer de su
señor se fijó en José y le dijo: <
A lo largo de este artículo veremos que la concepción de la historia de José no es unitaria, contiene fragmentos literarios provenientes de distintas culturas, como Egipto, Mesopotamia o Siria y distintas épocas, como al menos del siglo VIII a.C. al siglo I d.C.. Su composición fue moldeándose a lo largo de siglos, hasta tomar la forma actual. Desde luego hay puntos del relato que fueron incorporados en una fecha tardía, incluso en época helenística. Su forma definitiva final es por consiguiente tardía, pero algunas de sus partes que la componen, provendrían de una tradición egipcia y mucho más antigua. Planteo en estos apuntes, la existencia de al menos un relato primigenio más corto que podría haber sido redactado en el siglo VIII a.C. y haberse forjado en una tradición oral vinculada a la literatura egipcia. Si concebimos el relato tal como ha llegado hasta nuestros días, su composición y redacción es bastante tardía, pero no puede desecharse la evolución literaria de la historia de José. No es una única producción inventada por un escriba judío del siglo V o IV a.C., responde a otros relatos más primitivos. Incluso es plausible que detrás de la historia de José se esconda una leyenda fraguada sobre un personaje real de origen semítico.
Tan cierto es que su adaptación final a la Biblia se produce en una época postexilica, como que no podemos obviar que estamos ante un relato que tiene sus raíces más tempranas en el antiguo Egipto y no en Persia. Un ejemplo lo tenemos en Medinet El-Raivum, situada a 130 kilómetros al sur del Cairo, en medio del Al-Fayum. Este lugar se alimenta gracias a un canal artificial de 334 kilómetros de longitud que conduce el agua del Nilo hasta Al-Fayum. Este canal se le conoce como “Bahr Yusuf” o “Canal, vía fluvial o Mar de José”.
La tradición árabe cuenta que fue mandado construir por el patriarca José. Se trataría de un sistema de irrigación que llegaría hasta un lago artificial, denominado Moeris (Birket Qarun). Los historiadores Herodoto (s. V a.C.) y Diodorus Siculus (s. I a.C.) mencionan la existencia de un antiguo canal de irrigación artificial que partía desde el Nilo. Su descubrimiento fue realizado por el ingeniero americano Francis Whitehouse en el siglo XIX, pero después de su muerte en 1911, fue prácticamente olvidado.
A finales de la década de los 60, un equipo de arqueólogos austriacos se desplazó al Delta del Nilo al emplazamiento de Tell el-Daba, la antigua Avaris de los hicsos, mucho más al Noreste de Al-Fayum. Allí excavaron y hallaron un templo palestino de la edad del bronce medio. Durante la década de los 80 la misión arqueológica austriaca al mando del arqueólogo Manfred Bietak halló un palacio de la XII Dinastía y lo que antaño fue un jardín del mismo palacio con un cementerio, y en aquel entre los restos de una estructura de ladrillo con forma piramidal, lo que parecía ser una tumba y dentro una capilla mortuoria con los restos de una estatua, que parece sugerir un culto a un antepasado. La tumba estaba vacía, sin restos humanos, únicamente en su capilla había los restos de aquella estatua, que curiosamente parecen mostrar a un dignatario asiático.
La estatua es de piedra caliza y es doble que el tamaño natural. Tiene un tocado rojo con forma de seta y todavía conserva restos de pintura amarilla en la piel. La estatua había sido destrozada violentamente, especialmente se había destrozado de forma intencionada el rostro. Los fragmentos nos muestran que el dignatario llevaba una ropa muy colorida y un (cetro) bastón en el pecho. ¿Podría tratarse de la estatua de José?; nunca lo sabremos, pero el hallazgo de la estatua de un dignatario asiático en la antigua Avaris, permite pensar en la posibilidad de que al igual que en la narración de José, hubo un periodo en el antiguo Egipto donde un extranjero podía ocupar un alto cargo administrativo.
Añade el profesor Liverani que la narración de José no se ajusta el modelo económico de la época, es decir, los emigrantes asiáticos se hallan en un mundo de estructuras y costumbres económicas bien distintas. Por otra parte J. A Soggin (Dating the Joseph Story and other Remarks) entiende que la información sobre el estado egipcio, la corte, así como las referencias al sistema económico, la agricultura y comercio son escasas en el relato y podrían representar cualquier periodo de la historia de Egipto. Entiendo que en este caso, si existe cierto ajuste económico. El Egiptólogo Kenneth Kitchen sostiene que el precio de las 20 piezas de plata por la venta de José como esclavo (Génesis 37,28) se ajusta al periodo hicso y no al periodo persa en donde la venta de un esclavo podía alcanzar las 120 piezas de plata. Kitchen afirma que si la historia de José hubiera sido inventada por un escriba judío en el siglo sexto o en fecha posterior, como autores han sugerido (M. Liverani, D.B. Redford, P. Sacchi, A. Catastini y J.A. Soggin entre otros) ¿por qué el precio que aparece en el Génesis no es de 90 a 100 piezas de plata?
Dice Liverani que “hay paralelismos relacionados con la venta de esclavos palestinos en Egipto (incluso en el Bronce tardío coincidiendo con la cronología bíblica). Egipto fue sin duda alguna el mayor mercado de esclavos asiáticos a lo largo de toda la historia antigua.”Algo por consiguiente, que se ajusta al periodo hicso.
También se ha dicho que no hay mención expresa alguna a José en algún texto egipcio, sin embargo los arqueólogos hallaron en Tell Shiqmona, cerca de Haifa varios escarabeos de época del bronce medio que llevan grabado el nombre de Jacob (Y'QB-HR) y datan del año 1730 a.C.. El propio Finkelstein reconoce que durante el bronce medio y reciente el nombre de Jacob es bastante común, pero también en el siglo V a.C. y en épocas posteriores. En Génesis 41,45 el faraón da a José el nombre egipcio Zaphenathpaneah (Yosef Zaphnat Pa'neach en la Versión Judía ortodoxa) que significaría “revelador de lo oculto” o bien “Dios habla y él vive” o “Dios dice que esté vivo” o “hombre al que Dios le ha revelado sus secretos”. También es cierto que este nombre y otros que aparecen en el texto bíblico como Asnat o Putifar son nombres egipcios típicos del siglo X a.C. (G.W. Anderson) o del siglo VII y VI a.C (Finkelstein y Silberman), y no hay testimonios de estos nombres antes de las Dinastías XX y XXI.
Curiosamente en el Salmo número 25,14, atribuido al primer grupo davídico aparece una referencia a Zaphenathpaneah cuando dice: “Yahvé se confía a sus adeptos, los va instruyendo con su alianza”. La interpretación bíblica de esta frase coincide con el significado egipcio del nombre Zaphenathpaneah, por cuanto “Yahvé se confía“ significa la intimidad con Dios unida al conocimiento de las cosas divinas, es decir, el secreto o misterio de Dios, mientras que “sus adeptos” se interpreta como “ quienes le temen” ( se trata de una expresión frecuente en los Salmos para designar a los fieles, piadosos, leales...). La versión inglesa (King James Versión) dice: “El secreto” del Señor está con quién lo teme; y él los va instruyendo en su alianza. La palabra secreto en hebreo es “Sod” también significa asamblea, o concilio secreto que unida a la palabra Yahvé indicaría “Asamblea o reunión íntima con Dios”, el mismo significado “asamblea de dioses” ha sido hallado en Egipto inscrito en la piedra de Shabaka (716-712 a.C.), actualmente en el Museo británico. Los estudios bíblicos indican que el salterio pudo ser compuesto por cantores del Templo y la composición del grupo de “salmos reales” se remontarían a la época monárquica. Por consiguiente la historia de José contiene nombres egipcios cuya procedencia es anterior al exilio y anterior al periodo Persa.
Liverani dice que los profetas (y los textos) anteriores a la
cautividad no conocen a Abraham y en general utilizan el término
<
Si leemos el libro de Amós comienza: “Palabras de Amós, uno de los pastores de Téoca. Visiones que tuvo acerca de Israel, en tiempos de Ozías, rey de Judá y en tiempos de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto”. La localización cronológica de Amós es bastante clara, Jeroboam II fue rey de Israel entre el 783 y 743 a.C. y en las excavaciones arqueológicas en Jasor ha quedado atestiguado este terremoto que habría tenido lugar a mediados del siglo VIII a.C; por lo tanto Amós vivió durante el siglo VIII a.C. Y es que Amós dice:” ¡Buscad a Yahvé y viviréis, no sea que caiga él como fuego sobre la casa de José y devore inextinguible a Betel!. Si eso es así, ¿Cómo es posible que la composición de la historia de José sea del siglo V a.C.? Si la narración de la salida de Egipto y la conquista de Canaán es al menos del siglo VIII a.C. y por aquel entonces ya se conocía al personaje José, ¿Por qué no circularía también su historia? Amós menciona a José al referirse al reino del Norte, Israel, pero es muy probable que en el siglo VIII a.C. ya existiese en Judá una leyenda o tradición oral vinculada a Egipto acerca de este personaje.
Como hemos dicho antes es seguro que la historia de José fue retocada en una época posterior al exilio babilónico, incluso aparecen expresiones como “¡Avrek!” (Génesis 41,42) que podría tratarse de un título asirio-babilónico, relacionado con el akadio “Abarakku” y el fenicio “hbrk” ( tesis de Croatto 1966, Lipinski 1974 y Zurro 1991) aunque según otros autores también podría derivar del egipcio “ib-r-k”, que vendría a decir: “¡Eh, tú corazón!. Otros eruditos la acuñan como típicamente egipcia y con otro significado. Si la expresión "¡Avrech!" significara "¡Alabad!" vendría a ser lo que conocemos por "Aleluya", palabra hebrea “hallelu-Yah” que significa "El Señor sea alabado". En textos egipcios donde aparecen cantos abundan frases muy similares a los Salmos de la Biblia. En una pintura mural de la Tumba de Inherkau perteneciente a la XX Dinastía (Ramsés III-Ramsés IV) podemos observar a un arpista tocando para Inherkau y su esposa que al parecer recoge un texto con cierto parecido al Salmo 104 de la Biblia y que inserta el término Aleluya o Avrech (Salmo 103 Versión San Jerónimo: “Deficiant peccatores de terra, et impii ultra non sint. Benedic anima mea Domino. Alleluia”). Otros actualmente lo interpretan como “visir”, pero en hebreo “avrech“ tiene el significado de “arrodillarse” en el sentido de “dar alabanza”. En definitiva, podríamos estar ante una expresión egipcia muy antigua usada en cánticos de alabanza e insertada posteriormente ( s. V a.C.?) en la narración de José.
Otro ejemplo, esta vez de Mesopotamia, sucede en Génesis 42,11 cuando
los hermanos de José le dicen: “Todos nosotros somos hijos de un mismo
padre, y somos <
Por último, si bien todavía no se ha hallado el nombre de “José” en inscripciones egipcias, en 1996 la paleontóloga y profesora de la Universidad de Lecce (sur de Italia) Emmanuela Nappi halló en una isla del Nilo una inscripción en jeroglíficos que menciona de forma expresa a un gran visir de un antiguo reino al servicio del faraón, que vivió sobre el 2.600 a.C. ( III Dinastía) Este gran visir tenía una educación de tipo semita y se había hecho famoso por su capacidad de prever el futuro. Se trata de un gran paralelismo con el personaje de José.
Todavía podemos encontrar en el texto una prueba más de su construcción narrativa en el tiempo. En Génesis 48,1 y siguientes, Jacob adopta y bendice a los hijos de José. Esta parte es por su contenido de las más tardías en su composición, pero en mi opinión esconde detrás parte del texto primigenio. Este capítulo (véase J. A. Soggin en Dating the Joseph Story and Other Remarks) contiene una bendición y adopción necesaria para la problemática del matrimonio mixto judío prohibido en el Deuteronomio 7,3 (s.VIII-VII a.C. aproximadamente), y una descendencia no judía. Si José se casa con una idólatra egipcia (Asnat: nombre egipcio que significa “Propiedad de la diosa Neit”), no sólo José está incumpliendo la ley judía, sino que su descendencia Efraim y Manases estaría viciada. Estas dos tribus de Israel no estarían legitimadas, algo que suscitaría una gran polémica, tras la división del reino de Judá e Israel. En época persa posterior al exilio esta preocupación quedaría zanjada mediante el capítulo de “la bendición de Jacob”. Un añadido, que incluso tuvo su continuidad en la primera mitad del siglo I d.C. en la obra “José y Asnat” donde la esposa egipcia de José es sometida a un completo ritual de conversión al judaísmo. Si Génesis 48 es una redacción del siglo V a.C., el fragmento que refiere al casamiento de José con Asnat es anterior, al menos se remontaría a los tiempos del rey Josias (622 a.C.).
La historia de José también es rica en aspectos topográficos que apuntan a Egipto, pero en períodos algo tardíos. El nombre de “Gosén” que aparece en el libro del Génesis y en Éxodo deriva del nombre Geshem (nombre de la familia de los quedaritas que se establecieron en el Delta durante el siglo VI a.C.), por lo tanto no es un topónimo egipcio, sino semita (Redford citado por Finkelstein). Otro topónimo es la mención de “On”, más conocida por Heliópolis o ciudad del sol, en Génesis 41,45, cuando dice << Y le dio por mujer a Asnat, hija de Potifera, sacerdote de “On” >>. La exaltación de esta ciudad, nombrándola como lugar importante donde ejercía el sacerdocio el suegro de José, indica una redacción anterior a su destrucción en el 525 a.C. a manos de los persas.
Un último pasaje más complejo y desligado a Egipto aparece en Génesis 41,6. Si leemos la versión castellana de la Biblia de Jerusalén es casi imperceptible, pues aparece la expresión como “asolanadas”, mientras que en la versión inglesa (Bible King James Versión) aparece con la expresión “the east wind” (el viento del Este), en hebreo “Srb”, un viento que según J. A. Soggin no es egipcio, sino siro-palestino.
Finalizamos con el apartado del relato que detalla el embalsamamiento de Jacob y José (Génesis 50,2 y 26). No hay duda que es un elemento egipcio, aunque sabemos que la conservación de los cadáveres también fue conocida más allá de las fronteras de Egipto. Por ejemplo en Palmira (Siria), el pasado mes de septiembre de 2005, Arqueólogos sirios descubrieron un sarcófago con una momia conservada en una tumba de Palmira de hace más de 2000 años. El sarcófago mide dos metros de longitud y es de piedra. En el sarcófago aparece el nombre de Hanbal Saadi. La momia mide 1,75 metros de altura. La civilización que se desarrolló en Palmira tenía similitudes con la egipcia y también desarrolló el arte de la momificación.
En conclusión, la historia de José, pudo ser concebida en mayor o menor medida antes del siglo V a.C., porque muchos elementos conducen a los siglos VIII, VII a.C. (Finkelstein y Silberman reconocen que hay un trasfondo del siglo VII a.C.) posteriormente ciertas partes pudieron ser retocadas y añadidas durante el periodo persa y helenístico, hasta tomar la forma actual del relato. Sostengo por tanto la existencia de una versión primigenia de la narración en época anterior al exilio y mantengo la idea de que el relato, además de contar con elementos de Mesopotamia y Siria, cuenta con un gran número de similitudes egipcias, tanto narrativas, como culturales. Si bien es probable que su redacción fuera en Judá, también lo es que el autor tenía conocimientos sobre el país del Nilo.
Bibliografía Consultada
Nuevas investigaciones sobre la Biblia. Más mito que historia. José Mª Blázquez Martínez; Javier Cabrero.
La Biblia desenterrada. Una nueva versión arqueológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados. Israel Finkelstein Neil Asher Silberman.
Más allá de la Biblia. Historia antigua de Israel. Mario Liverani.
Y la Biblia tenía razón. W. Keller
Atlas Culturales del Mundo. Egipto: Dioses, Templos y Faraones Vol. I y Vol. II.
Nueva Biblia de Jerusalén
Bible King James Version
The Orthodox Jewish Bible
Dating The Joseph Story and Other Remarks. J. A. Soggin.