Nos arrastramos como gusanos, pues no sabemos nada de la vida, nos arrastramos y no sabemos ni siquiera a quien quejarnos de esa desgracia, sufre el pobre, sufre el rico, sufre el enfermo, sufre el sano. No podemos culpar a Dios de nuestras desgracias, pues ni siquiera se sabe si Dios existe. Todos tenemos que cruzar el oceano de la vida, nadie está exento de sufrir, tenemos que aminorar nuestros sufrimientos en alguna forma para no caer en la desesperación, unos recurren a su Dios, otros recurren a paraisos artificiales, la paz interna es un gran don para no caer en las drogas ni en el alcholismo, ni en ninguna otra adicción.