Dios será todo y en todos (1ª Co. 15:20-28,50)
Desde el principio todos sabemos de la existencia de Dios, el cual con su Palabra creó todas las cosas, y con su aliento le pudo dar vida al ser humano; y por la desobediencia de Adán y Eva sobrevino la muerte, y puso enemistad entre la simiente de la mujer y la simiente de la serpiente, determinando un plan que era una incógnita para el ser humano, y que vino a ser revelado primeramente a los profetas y luego a los discípulos de Cristo. Cuyo plan indiscutiblemente, es “El Misterio de la Piedad”, que consistió en la manifestación de Dios en carne, a la que le sujetó todas las cosas, porque en remplazo de Adán fue enviada a recuperar la gloria y toda la facultad de señorear, que al hombre en el Huerto del Edén, Dios le dio antes de que el primer mundo fuera fundado y destruido con el diluvio universal.
A la carne en la que Dios se manifestó y le sujetó todas las cosas, se le dio el calificativo de Hijo, y que a pesar de ser ella de naturaleza humana, dentro poseía y aún está poseyendo de manera plena, la naturaleza Divina, es decir al mismo Dios “nuestro Padre Creador” (Colosenses 2.9-10, y 1.15-22). Este Dios que es Omnipotente, Omnisciente y Omnipresente, no puede ser equiparado a una cosa u objeto, sino que como es un Espíritu extremadamente poderoso, sin estar en sumisión o en sujeción a la carne, aunque con esta se encuentra en una situación de perfecta unidad, está en grado de superioridad a ella. Dicha carne que tiene el calificativo de Hijo y que al unísono con el Espíritu de Dios ha de reinar por mil años después de cumplida la primera resurrección, acontecerá que todos sus enemigos serán puestos por estrado de sus pies, y el último enemigo a destruir será la muerte, ésta por cuanto en el fin de los tiempos, será lanzada en el lago de fuego y azufre, junto con los que no estén inscritos en el libro de la vida, y será el final de la carne, puesto que no heredará el reino de Dios, y sucederá que el cuerpo humano de Cristo no existirá más, para que únicamente en su naturaleza de Dios, sólo pueda ser el Padre Creador en todo y en todos (1ª Co. 15:20-28,50 ).